Si hay dos grupos de aviadores cuyo trabajo admiro son los de los apagafuegos y los de las tripulaciones SAR, que salen, literalmente, a jugarse el tipo para proteger nuestros bosques y salvar la vida de otras personas.
En el caso del Ejército del Aire de España la tarea de la lucha contra los incendios forestales recae en el 43 Grupo de Fuerzas Aéreas y sus conocidos hidroaviones amarillos y rojos, que sufren lo suyo y aún así una y otra vez traen de vuelta a sus tripulantes.
Como se puede leer en desliza.es, una web escrita por uno de los pilotos del grupo, que también está en Twitter como @manusLinux:
Estos aviones sufren mucho más que otros bajo nuestro mando. Muchísimo más. Nosotros no nos dedicamos a despegar y a mantener el mismo régimen de motor a 30.000 pies durante cinco horas. Nosotros despegamos cincuenta veces por vuelo y realizamos otras cincuenta aproximaciones frustradas cada vez que lanzamos, pidiendo en cada una de ellas el 100% al avión para salir de ese agujero. Siempre volamos en baja cota, donde los motores ingieren muchísima más porquería de la atmósfera que a siete kilómetros de altitud. Volamos entre humo y ceniza, y nuestras turbinas aspiran agua salada cada vez que operamos en el mar. Nuestros aviones sufren mucho, nosotros se lo exigimos porque es su deber, como el nuestro, pero no los maltratamos. Aun así, y obviamente, a veces se rompen. Más a menudo que otros. Y nuestros mecánicos siempre los arreglan.
Los miembros del 43 Grupo llevan algunos años produciendo vídeos acerca de ellos mismos, no tomándose demasiado en serio, aunque lo que hacen lo es; este es el vídeo de 2015, y que sirva como reconocimiento a la labor de los hombres y mujeres de esta unidad, que en sus 44 años de servicio ha sufrido nueve accidentes graves, el último de ellos en 2003, en los que en total perdieron la vida 15 tripulantes.
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