El vuelo 708 de Hawthorne Nevada Airlines del 18 de febrero de 1969 que unía el Aeropuerto Industrial de Hawthorne en Nevada con el de Burbank, en California, nunca llegó a su destino.
Tras un último contacto con los controladores aéreos a las 16:06, hora local, unos 16 minutos después de haber despegado, se perdió todo rastro de él hasta que el 8 de agosto de ese mismo año –casi seis meses después del accidente– se encontraron sus restos. Había chocado con la ladera este del monte Whitney, que con una altura de 4421 metros es la cima más elevada de los Estados Unidos continentales.
El informe de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte [PDF] concluyó que
El accidente fue causado por el desvío de la ruta de vuelo prevista según lo autorizado en los manuales de operaciones de la aerolínea aprobados por la FAA (Administración Federal de Aviación), lo que dio como resultado que la aeronave fuera operada bajo condiciones meteorológicas IFR (reglas de vuelo instrumental), en terreno de alta montaña, en una zona donde había una falta de ayudas de radionavegación. El clima también fue un factor que contribuyó.
La fuerza del impacto hace suponer que los 35 ocupantes del avión murieron al instante, así que en ese sentido no tiene demasiada importancia todo lo que se tardó en encontrar los restos del avión debido a la cantidad de nieve presente durante el principio de la búsqueda, el mal tiempo, y lo peligroso del terreno.
Pero el accidente del vuelo 708 fue el que llevó a la FAA a promulgar la legislación que obliga a que los aviones lleven radiobalizas de localización de emergencia, que desde su implantación han ayudado a salvar incontables vidas al permitir a los equipos de emergencia localizar con rapidez aeronaves siniestradas.
(Vía Aviation Safety Network).
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