Por Nacho Palou — 12 de noviembre de 2013

Aterrizar en la cima es aterrizar en la cima: detener el avión justo en la cuerda del monte Bunker Hill (3300 m) en Nevada y sin pista de aterrizaje, lo que exige tomar tierra en unos pocos metros pendiente arriba y despeguar en también unos pocos metros pendiente abajo, tirándose por el tobogán.

Entre el aterrizaje y el despegue uno se puede bajar a admirar el paisaje y hacer algunas fotos.

Esto es lo que al parecer se conoce como vuelo salvaje en los cuales se aterriza y se despega a lo loco, sin esperar a encontrar una pista de aterrizaje. Es habitual en zonas remotas (como Alaska) y suelen emplearse una serie de aeroplanos preparados y capaces de aterrizar y despegar en tan pocos metros como en 60 y a menos de 70 km/h.

Como en este caso, el piloto además de ser bastante hábil los tiene que tener de bronce porque —como dice alguien en los comentarios del video— «el riesgo ahí es volar con todo ese peso extra de pelotas».

Vía Kottke que tiene algunos videos más sobre estos aviones aterrizando-parando-y-despegando en apenas 6 metros.

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