Por @Wicho — 15 de abril de 2021

Primer prototipo del 737 MAX en vuelo - Boeing
El primer prototipo del 737 MAX 7 en su primer vuelo en marzo de 2016 - Boeing

A veces parece que Boeing no haya aprendido nada con el fiasco del 737 MAX. Apenas unos meses después de que el modelo volviera al servicio tras más de año y medio sin poder volar el fabricante se ha visto obligado a recomendar a las aerolíneas que lo usan que retiren del servicio algunos ejemplares. Han descubierto que un nuevo procedimiento de instalación de un componente puede causar un problema en los sistemas eléctricos de a bordo.

En concreto se trata de un cambio introducido en la forma en la que se instala una unidad de control de reserva del sistema eléctrico. En lugar de fijarla al rack en el que va instalada con remaches Boeing pasó a fijarla con abrazaderas. Y en esas condiciones la toma de tierra de esa unidad puede no ser suficientemente buena, lo que a su vez puede provocar fallos en el funcionamiento de la unidad. Y nadie quiere que falle nada en un avión. Y menos aún en un MAX.

Al parecer el fallo afecta a unos 60 aviones de los 176 que hay en servicio ahora mismo en todo el mundo; estos 60 se los reparten hasta 16 aerolíneas. No hay previsión de cuánto tiempo estarán en tierra esos aviones mientras se diseña un procedimiento para la instalación correcta de esa unidad y para comprobar que en efecto todo funciona como debe.

No es precisamente el tipo de noticia que necesita Boeing mientras trabaja en recuperar la confianza de las aerolíneas. Y no es, desgraciadamente, una noticia aislada: hace pocas semanas que la empresa pudo retomar las entregas de Boeing 787 tras tenerlas paradas cinco meses por varios problemas de ensamblado de ese modelo; los retrasos y problemas del avión nodriza KC-46 Pegasus dan para varios libros; la entrada en servicio de la cápsula espacial tripulada Starliner sigue retrasándose tras fracasar espectacularmente su primera misión; y lo del cohete SLS que está desarrollando para la NASA es para echarse a llorar.

La Administración Federal de los Estados Unidos (FAA) ha sido avisada del problema. Y dice que mo sabía nada porque era un cambio en apariencia tan trivial que no fue necesario que Boeing se lo comunicara ni le pidiera permiso. Aunque tampoco queda muy bien después de la incompetencia demostrada en el proceso de certificación del 737 MAX. Quizás convenga recordar que terminó con un sistema de a bordo capaz de mandar más que las tripulaciones –además de ser secreto– que fue el causante de los dos accidentes que a su vez provocaron la retirada del servicio del modelo en 2019.

(Algunos datos vía The Seattle Times).

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