Por @Wicho — 11 de noviembre de 2021

El pasado 8 de noviembre las personas residentes en Brasil, China, India, Sudáfrica, Reino Unido y gran parte de Europa empezaron a poder viajar de nuevo a los Estados Unidos después de 20 meses de no poder hacerlo. Para celebrarlo British Airways y Virgin Atlantic organizaron un despegue paralelo desde el aeropuerto de Heathrow en Londres rumbo al JFK de Nueva York.

Y así a las 8:50, hora local, los vuelos 1 de British Airways y 3 de Virgin Atlantic recibieron la autorización para despegar en lo que por lo visto fue el primer despegue simultáneo de la historia del aeropuerto. Los dos vuelos fueron operados por sendos Airbus A350-1000 XWB. El vuelo de British en concreto por el G-XWBG y el de Virgin por el G-VJAM. British despegó de la pista 27R; Virgin de la 27L. Después giraron a la izquierda y a la derecha respectivamente para virar hacia el oeste.

El que fueran operados por dos aviones iguales con las mismas prestaciones ayudó a que despegaran como unidos por una vara. Pero no sólo fue cosa de las aerolíneas: necesitaron la colaboración del propio aeropuerto y de NATS, la empresa que se encarga del control del tráfico aéreo en el Reino Unido. De hecho era una operación que llevaban planeando desde mayo, cuando empezó a atisbarse la posibilidad de que los Estados Unidos volvieran a abrir sus fronteras.

Según cuentan en la nota de NATS al respecto tuvieron que tener en cuenta múltiples factores, empezando por la hora a la que se pretendía que despegaran los vuelos. De ahí hubo que seguir respondiendo a preguntas como cuánto tiempo necesitarían los pasajeros para pasar por el control de seguridad, cuándo se cargarían el equipaje y el catering, qué puertas de embarque se iban a utilizar, el tiempo de rodaje probable desde las puertas de embarque a las dos cabeceras de las pistas, el peso de cada avión, y qué punto de entrada a la pista sería mejor.

Pero también hubo que coordinar la operación con el control terminal del aeropuerto en Shanwick, que se encargó de organizar las llegadas para dejar un hueco de siete minutos en el que pudieran despegar los vuelos BA1 y VS3. Y es que en Heathrow una de las pistas se usa para despegues y otra para aterrizajes, así que había que despejar la correspondiente a los aterrizajes por la mañana de esa semana, que en concreto era la 27R.

También era necesario que la meteorología colaborara, pues con tan sólo 1.410 de separación entre ambas pistas era condición inexcusable tener una perfecta visibilidad desde la torre de control. Y aún a pesar de que se dice que en el Reino Unido puedes experimentar las cuatro estaciones en un sólo día esa mañana amaneció soleada.

Los dos vuelos siguieron rutas ligeramente diferentes para cruzar el atlántico –el British voló un poco más al norte– con lo que al final aterrizaron con ocho minutos de diferencia en JFK.

Mark Vanhoenacker, que pilota Boeing 787 para British Airways, iba a bordo del BA1 para documentarlo y escribir sus impresiones, que se pueden leer en A pilot’s rapturous return to transatlantic flight. Es también el autor de Travesía aérea, un libro que en su momento describí como la carta de amor de un piloto de avión a su trabajo.

Una bonita forma de celebrar una cierta vuelta a la normalidad no sólo en lo que respecta al aerotrastorno sino a la vida en general, que parece que se va desperezando poco a poco. Aunque aún no podemos relajarnos en absoluto.

Por cierto que el vuelo 1 de British Airways durante muchos años fue operado por el Concorde y es un número que se había retirado con el avión. Volver a usarlo para este vuelo especial es todo un detalle de profundo aerotrastorno por parte de la aerolínea.

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