Digital Apollo: Human and Machine in Spaceflight David Mindell. MIT Press, 31 de mayo de 2008. 456 páginas. Inglés. ISBN: 0262134977.
Cuando el 12 de septiembre de 1962 el presidente John F. Kennedy anunció que había decidido establecer como objetivo para su país enviar a un hombre a la Luna y traerlo de vuelta sano y salvo antes de que terminara la década todo el mundo podía ver que se trataba de una tarea cuando menos complicada desde el punto de vista de la ingeniería, en especial teniendo en cuenta que la era espacial, iniciada con el lanzamiento del Sputnik el 4 de octubre de 1957, no tenía en aquel momento ni cinco años.
Lo que no estaba tan claro era hasta qué punto los automatismos y ordenadores iban jugar un papel de la importancia que al final tuvieron en el éxito del programa Apolo, ya que por aquel entonces los ordenadores estaban todavía en su infancia.
Este libro relata como poco a poco los responsables del programa se fueron dando cuenta de todas las posibilidades que les ofrecía integrar un ordenador en la nave espacial, en especial cuando se fueron dando cuenta que con la programación adecuada y estableciendo los interfaces necesarios con otros sistemas e instrumentos de la nave podía cumplir a la perfección con tareas que de otro modo habrían corrido a cargo de dispositivos especializados que habrían supuesto un peso y complejidades añadidos extra.
Al principio da la impresión de que el autor tarda unas cien páginas en «meterse en harina» ya que comienza el libro con un repaso del papel de los pilotos en los nuevos aviones y naves espaciales dotados cada vez de más automatismos, papel que en aquel momento no estaba nada claro y que se discutía entre las opiniones de los que pensaban que los pilotos no eran necesarios y que serían sustituidos por los sistemas automáticos y las de aquellos que los consideraban imprescindibles por su capacidad para salir de apuros cuando los sistemas automáticos se veían sobrepasados por los acontecimientos.
Pero una vez terminado el libro parece claro que es una introducción necesaria, ya que estas posturas enfrentadas y todas las posibles posiciones intermedias tuvieron su influencia en un montón de decisiones acerca de cómo se diseñaron las naves del programa, aunque muchas veces el decir que el piloto estaba al mando o no podía llegar a parecer una cuestión de semántica, ya que incluso en los modos llamados manuales de las naves en realidad era el ordenador el que controlaba el funcionamiento de la nave según los comandos que daba el piloto mediante los controles.
Pasada esta primera parte, en cualquier caso, está lo más interesante del libro, al menos en mi opinión, ya que va relatando como los propios responsables del programa se fueron dando cuenta las posibilidades que daba el ordenador, como fueron viendo la forma de integrar este con los demás subsistemas de la nave, como descubrieron con horror que no era el hardware sino la programación lo que podía suponer un problema enorme -algo que hoy en día nos parece obvio- y como se fue solucionando todo esto, de tal forma que aunque en todos los alunizajes del programa Apollo los comandantes tomaron el mando «manual» de la nave ninguno de los ordenadores de a bordo falló en ninguna de las misiones, demostrando una gran fiabilidad, aunque alguna vez hubo que hacer algo de «programación creativa» sobre la marcha.