Por @Alvy — 21 de julio de 2015

Drone Fire Safety / San Bernardino
«Si te pones a volar [tu dron] nosotros no podemos»
«Volar drones cerca de incendios forestales no es seguro»

Un tuit del servicio forestal de San Bernardino ha levantado una medio-polémica medio-cachondeo al pedir a la gente que se abstenga de hacer volar drones para grabar vídeo de los incendios forestales debido a que impide la labor de los helicópteros de extinción de incendios.

El asunto tiene que ver con un reciente incendio en la autopista que lleva de Los Ángeles a Las Vegas. Las llamas se extendieron quemando 44 coches y 3 viviendas, pero lo que cabreó a los bomberos fue que al llegar los helicópteros para lanzar agua e encontraron con cinco drones grabando imágenes revoloteando por la zona. Debido a su presencia y a la posibilidad de una fatal colisión los helicópteros tuvieron que aterrizar y esperar entre 15 y 20 minutos a que desaparecieran. Aunque finalmente no hubo víctimas y pudieron arrojar el agua que transportaban sobre la zona se preguntan qué hubiera sucedido si las consecuencias del retraso hubieran sido peores.

En los comentarios de las noticias, el vídeo y el tuit del Servicio Forestal hay de todo: por un lado, gente cachondeándose de que unos pequeños drones de unos pocos gramos puedan suponerse una «amenaza» para un gigantesco helicóptero de miles de kilos. También están los que se asombran de que el servicio forestal no hicieran su trabajo simplemente ignorando a los drones y los que se preguntan por qué no los tumbaron directamente a golpes o con inhibidores.

Naturalmente también hay quien acusa a los propietarios y pilotos de los drones –que no se sabe quiénes son, ni si simplemente eran curiosos o quizá periodistas– de haber puesto vidas en peligro, de saltarse la normativa al respecto (que en EE UU es voluntaria, pero permite imponer multas de 1.000 o 25.000 dólares a quien cree situaciones de peligro por pilotar drones) y de falta de responsabilidad ante una situación dramática.

Hay muchas formas de ver el asunto, pero este fenómeno social de la curiosidad morbosa o la falta de profesionalidad también se da sin drones cuando la gente se apelotona alrededor de un accidente, una ambulancia ha de cruzar un atasco o los periodistas intentan acceder a un incendio o zona de desastre saltándose los controles – y poniéndose a sí mismos y a otros en peligro. Así que tampoco parece que haya que inventar nada nuevo, especialmente más normas al respecto, más allá de las que ya hay e indica el sentido común.

(¡Gracias ARC por la pista!)

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