Dada la cantidad de proyectos que hay para desarrollar aeronaves de despegue y aterrizaje vertical (VTOL) que pretenden ser utilizadas como transportes personales, taxis aéreos, vehículos compartidos, o similares, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) acaba de publicar el primer conjunto de normas específicas para la certificación de este tipo de vehículos. Consideran que son necesarias porque son unas aeronaves que se distinguen lo suficiente de aviones convencionales por su capacidad VTOL y de helicópteros porque normalmente incluyen más de dos rotores en su sistema de propulsión.
Son de aplicación a aquellas aeronaves capaces de llevar hasta a nueve pasajeros y un peso máximo al despegue de 3.750 kilos y cubren dos tipos de operaciones: básica y mejorada. La básica se aplica a aquellas aeronaves que tras un fallo no catastrófico tienen que aterrizar lo antes posible. La mejorada la conseguirán aquellas que tras un fallo tengan la capacidad de seguir a destino o a un punto de aterrizaje alternativo.
Cubren desde las características de vuelo de estos vehículos al interfaz de sus tripulantes con ellas pasando por sus estructuras, protección de los ocupantes, sistemas y equipos que han de montar, etc.
Un detalle curioso y bastante previsor es que como la EASA considera que estas aeronaves representan un nuevo tipo de uso y una nueva categoría de vehículos es importante obtener tantos datos como se pueda en caso de incidentes y accidentes, así que tienen que ir equipados con grabadores de datos –cajas negras, vaya–.
Luego ya veremos cuantos de estos proyectos se convierten en realidad, claro. Y cómo se gestiona todo esto desde el punto de vista del control de tráfico aéreo… pero a falta de mochilas cohete algo es algo.
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