Cuando fue puesto en órbita en abril de 1990 por el transbordador espacial Discovery el telescopio espacial Hubble, un proyecto conjunto de la Agencia Espacial Europea y la NASA, resultó ser una gran decepción, pues un error en el pulido de su espejo principal hacía que las imágenes que captaba estuvieran desenfocadas, con lo que el telescopio rendía muy por debajo de lo que debería.
Afortunadamente había sido diseñado desde el principio con la idea de que se pudieran realizar tareas de mantenimiento en él aún estando en órbita, con lo que una vez constatado el origen del problema los científicos y técnicos responsables de la misión se pusieron inmediatamente manos a la obra para ver cómo corregirlo.
Sería en diciembre de 1993 cuando el Endeavour y su tripulación, en la misión STS-61, corrigieran este problema poniéndole dos espejos a mayores al telescopio que, a partir del análisis de las imágenes recibidas del Hubble y del de los datos obtenidos del fabricante del espejo, estaban diseñados para corregir el fallo del principal.
El Hubble en plena reparación - NASA
Gafas para un telescopio
A todos los efectos esto fue equivalente a ponerle unas gafas al telescopio, aunque para hacerles sitio hubo que retirar uno de los instrumentos de a bordo, el Fotómetro de Alta Velocidad, un instrumento diseñado para medir el brillo y la polaridad de la luz emitida por algunos objetos que nunca llegó a poder ser utilizado.
Comparación de la calidad de imagen del Hubble antes y después de la reparación / NASA
Esta característica de poder ser reparado en el espacio es una de las más importantes del Hubble y lo diferencia de otros telescopios y sondas espaciales, y ha sido clave a lo largo de su historia.
No sólo se utilizó en su momento para corregir el grave fallo mencionado, sino que aquella misión ya se aprovechó para sustituir la Cámara Planetaria y de Gran Angular por la CPGA2, que está en funcionamiento desde entonces y que en estos años ha producido algunas de las imágenes más espectaculares del Hubble, como por ejemplo la imagen de campo profundo del Hubble de 1995.
Entre febrero de 1997 y marzo de 2002 se llevaron a cabo otras tres misiones de mantenimiento al Hubble, alguna de ellas críticas como la que reemplazó los seis giróscopos del telescopio, que son parte fundamental del sistema que le permite mantener su posición en el espacio. Aunque en realidad puede funcionar con sólo tres, pocas semanas antes de la misión en cuestión, la STS-103, había fallado el cuarto de ellos, con lo que durante un tiempo el Hubble estuvo fuera de servicio.
Aquella misión se utilizó también para instalar un nuevo ordenador a bordo del telescopio con un procesador Intel 486 a 25 MHz (que no GHz) especialmente modificado para resistir la radiación y dos megas de RAM. Aunque a día de hoy estas características parezcan casi de risa, este nuevo ordenador es unas 20 veces más rápido y tiene seis veces más memoria que el DF-224 que reemplazó, lo que permite al telescopio ser más productivo al darle la capacidad de realizar más procesos por sí mismo y abaratar los costes de operación al permitir utilizar lenguajes modernos de programación.
Futuro en entredicho
Tras la cuarta visita de mantenimiento al Hubble a cargo del Columbia en la misión STS-109 quedaba pendiente una quinta y última visita que debería prolongar su vida útil hasta que se lance el telescopio espacial James Webb, que se considera su sucesor, lo que no ocurrirá hasta 2013, pero sería precisamente el desastre del Columbia en febrero de 2003 lo que a punto estuvo de acabar con esta misión.Esto es así porque una vez que se autorizó la vuelta al servicio de los transbordadores restantes las normas que rigen su lanzamiento exigen que en caso de detectarse algún desperfecto en su escudo de protección térmica su tripulación pueda utilizar la Estación Espacial Internacional como refugio hasta que se monte una misión de rescate usando otro transbordador, pero dadas las órbitas del Hubble y de la Estación esto imposible si se lanza un transbordador con destino al Hubble, ya que no hay manera de que lleve a bordo combustible suficiente como para alcanzar la Estación.
En esta tesitura Sean O'Keefe, el entonces director de la NASA, decidió en febrero de 2004 que esta última misión de mantenimiento no se llevaría a cabo al considerarla demasiado arriesgada, y que como mucho se estudiaría una misión a cargo de algún tipo de robot, lo que inmediatamente provocó las protestas de astrónomos de todo el mundo, quienes opinaban que el valor del Hubble como instrumento científico compensaba los riesgos.
Sería su sucesor Mike Griffin quien en octubre de 2006 decidiría dar el visto bueno a esta quinta y última misión de mantenimiento al Hubble tras evaluar los resultados de las misiones voladas por los transbordadores desde su vuelta al servicio en julio de 2005.
Mejor que nuevo
Esta misión, con el número STS-125, tenía que haber despegado en octubre de 2008, pero sólo unas semanas antes del lanzamiento falló la tarjeta que procesa los datos que obtienen los instrumentos de a bordo para enviarlos a tierra, y aunque como sucede con casi todos los sistemas del telescopio hay un duplicado instalado a bordo que desde entonces es el que se está utilizando, la NASA decidió posponer la misión para que diera tiempo a preparar una nueva tarjeta y entrenar a los astronautas para su instalación, de tal modo que el Hubble vuelva a contar con dos al término de la misión, ya que de quedarse con sólo una el fallo de esta significaría el fin de la vida útil de este.
El componente estropeado, destacado en rojo - Foto NASA vía Bad Astronomy Blog
Con el traslado del Atlantis a la plataforma de lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy a finales del mes de marzo todo parece en orden para el lanzamiento de esta misión.
Atlantis en la plataforma - NASA
[jpeg original a 3.000×2.008 píxeles, 3,2 MB]
Instalación de la carga de la misión en la bodega del Atlantis - NASA/Jack Pfaller
[jpeg original a 3.000×2.008 píxeles, 4,3 MB]
Durante esta misión además de instalar la tarjeta ya mencionada se reemplazarán los seis giroscopios, se instalarán baterías nuevas, se añadirán mantas de aislamiento térmico en el exterior del telescopio, se sustituirá uno de los tres sensores de guía fina del Hubble, que es en sí un telescopio, que le permite mantenerse apuntando con precisión a sus objetivos y que puede ser utilizado también para algunas observaciones científicas, se instalará un dispositivo de protección contra voltajes excesivos, y se instalará un mecanismo en la parte posterior del Hubble al que en el futuro se pueda acoplar algún tipo de propulsor para lograr una caída controlada en la atmósfera cuando este quede finalmente fuera de servicio.
En principio el Atlantis iba a ser lanzado el próximo 12 de mayo, pero la NASA está considerando lanzarla un día antes si todo está listo para tener más margen de maniobra, ya que hay pendiente el lanzamiento de un satélite militar unos días después y si se retrasa demasiado el despegue del Atlantis habría que parar para dejar sitio a este lanzamiento.
En el caso de que el Atlantis sufra algún desperfecto en el lanzamiento la NASA está preparada para lanzar el Endeavour en una misión de rescate, con el código STS-400, y aunque obviamente todo el mundo espera que esto no sea necesario al menos ha servido para ver de nuevo juntos en sendas plataformas de lanzamiento dos transbordadores espaciales, algo que ha ocurrido en pocas ocasiones a lo largo de la carrera de estos y algo que no está previsto que vuelva a suceder.
Endeavour y Atlantis en sus plataformas de lanzamiento - NASA/Dimitri Gerondidakis
La misión STS-125 será sin duda una de las más apasionantes de los últimos tiempos, ya que debería servir para dejar uno de los mejores instrumentos científicos de todos los tiempos en mejores condiciones que cuando estaba nuevo, para que siga sorprendiéndonos con sus observaciones durante otros cuantos años más.
Anotaciones relacionadas: