Dentro de su campaña por hacer los aeropuertos aún más coñazo más seguros, las autoridades estadounidenses han escogido una nueva víctima para ser sometida a controles de seguridad especiales: los libros.
Sí, los libros. Esas cosas en formato árbol muerto que llevan existiendo varios cientos de años y que, en efecto, tienen mucho peligro. Aunque, que se sepa, nunca se han usado para derribas un avión o secuestrarlo.
Durante el mes de mayo los pasajeros que embarcaron en los aeropuertos de Missouri, Los Angeles, Boise, Colorado Springs, Detroit, Fort Lauderdale, Logan en Boston, Lubbock, McCarran en La Vegas y Sky Harbour en Phoenix, entre otros, se vieron obligados a sacar de su equipaje de mano libros, revistas y comida.
Una de las razones que aducen las autoridades es que así las bolsas van más vacías y se ve mejor lo que llevan en su interior al pasar por las máquinas de rayos X.
En cualquier caso, una vez fuera de las bolsas, el personal de la TSA se dedica a hojear rápidamente los libros, lo que ciertamente puede ser cuando menos incómodo y en según qué casos quizás causa de algún tipo de problema según el tema del libro.
Y lo peor es que John F. Kelly, el Secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, dice que lo más probable es que se haga extensivo al resto de los aeropuertos del país. Y ya veremos si no se contagia al resto del mundo.
Por cierto que Kelly no descarta ampliar la prohibición de llevar dispositivos electrónicos mayores que un móvil en la cabina de pasajeros a todos los vuelos con origen y destino en los Estados Unidos.
Adoro volar, pero cada vez odio más el teatro de seguridad que lo rodea.
(The Telegraph vía PlaneTalking).