Por @Wicho — 4 de septiembre de 2012


2012 por Hidros en Vimeo.

Velocidad y altura son dos de los principales aliados de un aviador.

Pero las tripulaciones del 43 Grupo del Ejército del Aire están listas para jugarse el tipo todos los días del año volando bajo, lento, y a menudo hacia terreno elevado y cubierto de humo, con una visibilidad realmente reducida, para luchar contra los incendios forestales en sus «botijos» capaces de soltar 6.000 litros de agua de una tacada.

De desliza.es, una web escrita por uno de los pilotos del grupo:

Estos aviones sufren mucho más que otros bajo nuestro mando. Muchísimo más. Nosotros no nos dedicamos a despegar y a mantener el mismo régimen de motor a 30.000 pies durante cinco horas. Nosotros despegamos cincuenta veces por vuelo y realizamos otras cincuenta aproximaciones frustradas cada vez que lanzamos, pidiendo en cada una de ellas el 100% al avión para salir de ese agujero. Siempre volamos en baja cota, donde los motores ingieren muchísima más porquería de la atmósfera que a siete kilómetros de altitud. Volamos entre humo y ceniza, y nuestras turbinas aspiran agua salada cada vez que operamos en el mar. Nuestros aviones sufren mucho, nosotros se lo exigimos porque es su deber, como el nuestro, pero no los maltratamos. Aun así, y obviamente, a veces se rompen. Más a menudo que otros. Y nuestros mecánicos siempre los arreglan

Sirva esta anotación como reconocimiento a la labor de todo el personal del grupo.

(Vía @karlos346 en la lista Aviacion Militar).

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar