Este montaje del Museo de Aviación Canadiense explica de forma visual cómo funcionaban los mecanismos sincronizadores que se utilizaban en los antiguos aviones de combate. Básicamente el problema era que para montar las ametralladoras en los aviones y poder apuntar bien al enemigo era conveniente que estuvieran justo delante del piloto. Pero delante de su pequeña cabina también estaba la hélice, que giraba sin parar.
La solución era disparar las balas a través del arco de la hélice, aprovechando el momento en el que no pasaban por delante las palas. Como no era posible detenerla durante un instante para luego continuar –como algunas personas erróneamente creen que sucede– se recurría a un mecanismo sincronizador que detectaba la posición de las aspas y aprovechaba esos pequeños huecos.
Recordemos que además las hélices de esos aviones giran a una velocidad variable. El mecanismo convierte a la ametralladora en un arma semi-automática, que hay que probar, sincronizar y ajustar durante su fabricación y mantenimiento para evitar un desastre: que dispare sobre el avión propio.