Diseño conceptual de Northrop Grumman para el LRSB
Apenas se conocen detalles, pero la USAF, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos ha encargado a Northrop Grumman la construcción del Long Range Strike Bomber, el que será su bombardero de nueva generación.
Será primero que reciba desde que en 1997 recibió el último ejemplar de B–2 Spirit, también fabricado por Northrop Grumman, de los que sólo se construyeron 21 de los 132 que la Fuerza Aérea quería comprar inicialmente.
El LRS–B, que debería entrar en servicio a mediados de la década de 2020, tiene una lista de requisitos que debería dar miedo a los encargados de diseñarlo y fabricarlo: un radio de acción de unos 4500 kilómetros, capacidad de repostar en vuelo y llevar tanto armas nucleares como convencionales, alta resistencia a daños, ha de incorporar tecnologías «de invisibilidad» y, por si fuera poco, incluso se habla de una versión en la que los pilotos son opcionales.
Según el Secretario de Defensa este avión «representa el tipo de salto tecnológico que los Estados Unidos necesitan para mantener su liderazgo en el combate aéreo».
Para mí, es una pesadilla en ciernes: no va a cumplir plazos, precio, que se supone en unos 606 millones de dólares de 2016, ni prestaciones.
Pero será divertido verlo.
(Vía The Washington Post).