No es precisamente lo que necesita Boeing ahora que los 787 han podido volver al servicio tras cuatro meses parados a causa del incendio de sendas baterías a bordo de un avión de JAL y otro de ANA en enero de 2013.
Pero según se puede leer en Vuelve el fantasma del Dreamliner el domingo 2 de junio un sensor de presión en la cubierta de la batería de un 787 de JAL que tenía que volar de Tokyo a Pekín provocó una alarma al indicar una diferencia de presión entre el exterior y el interior del compartimento de la batería durante las revisiones previas al vuelo.
Esto podría indicar que en el interior del compartimento se estaban liberando gases, quizás producto de una combustión, aunque afortunadamente en este caso resultó ser una falsa alarma debida, al parecer, a un error por parte de Boeing al instalar la batería modificada en ese avión.
Una de las nuevas baterías
Conviene quizás recordar que no ha sido posible determinar el por qué del incendio de las baterías de los aviones de JAL y ANA, por lo que Boeing lo que ha hecho ha sido proponer una modificación del diseño de las baterías que montan los 787 que cree que evitará que ninguna de ellas se pueda incendiar en el futuro, además de encerrarla en un contenedor ignífugo dotado de una salida de gases conectada al exterior del aparato.
Es cierto que en este caso la alarma saltó sin que a la batería no le pasara nada, pero no obstante Akihiro Ota, el ministro de Transporte nipón, ha ordenado a JAL y ANA revisar los métodos que aplican para supervisar los trabajos de mantenimiento del fabricante Boeing e inspeccionar a fondo sus Boeing 787.
De nuevo.