Por @Wicho — 31 de mayo de 2016

Cabina de un Airbus de JetBlue
JetBlue FlyFi Launch por Anthony Quintano

Una vez que empezó a quedar claro que el accidente del vuelo 9525 de Germanwings había sido causado por una acción deliberada del copiloto, quien pudo actuar a sus anchas tras haberse quedado solo en la cabina, muchas aerolíneas instauraron motu proprio la norma de que nunca podía quedar una sola persona en la cabina.

Hasta la Agencia Europea de Seguridad Aérea, EASA por sus siglas en inglés, emitió un boletín en el que recomendaba a las aerolíneas y otros operadores de aeronaves que pusieran en práctica las medidas necesarias para que siempre hubiera al menos dos personas autorizadas para ello en la cabina.

Pero esta sugerencia no fue del agrado de todo el mundo, en especial de tripulaciones y aerolíneas, y según se puede leer en The end of the 2-persons-in-cockpit rule in sight la EASA pronto va a emitir otro boletín en el que se desdice de esto.

Y es que, de hecho, tras consultarlo con las aerolíneas, TCPs, pilotos, sindicatos y autoridades nacionales la conclusión es que lo de obligar a tener dos personas en cabina todo el tiempo puede ser en realidad contraproducente porque

  • Da la impresión a los pasajeros de que los pilotos necesitan supervisión en vuelo más allá de los controles a los que ya están sometidos.
  • Es muy dudoso que meter a alguien en la cabina que no sepa manejar el avión sirva para aumentar la seguridad; de hecho puede complicar las operaciones.
  • Cuanto más trasiego haya de gente entrando y saliendo de la cabina más posibilidades hay de que alguien se pueda aprovechar de eso para intentar introducirse en ella por la fuerza.

Lo que hizo el copiloto del vuelo 9525 es, sin duda alguna, horroroso, pero afortunadamente es tan raro que intentar protegernos contra cosas tan fuera de lo normal como esa al final hace que termine por ser peor el remedio que la enfermedad…

Y el FSM sabe que en los últimos años las medidas –en algunos casos teatro– de seguridad han hecho que volar sea cada vez menos divertido, incluso para los que somos aerotrastornados irredentos y confesos.

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