Por @Wicho — 12 de mayo de 2022

Montaje con fotos del suceso – FAA
Arriba a la izquierda Robert Morgan con camiseta azul al lado del piloto accidental; abajo a la derecha el avión tras el aterrizaje – FAA

Es una historia de película, pero el pasado día 10 uno de los pasajeros de una Cessna 208 Caravan que volaba de Florida a las Bahamas consiguió hacerla aterrizar después de que el piloto perdiera el conocimiento, aunque no tenía experiencia alguna a los mandos de un avión. Contó con la ayuda inestimable de los controladores aéreos.

Todo empezó cuando ya en ruta el piloto se desplomó sobre los mandos tras comentar a sus dos pasajeros que no se encontraba bien. Uno de ellos tuvo la suficiente presencia de ánimo como para echar el piloto hacia atrás, tirar de los mandos para sacar la avioneta del picado en el que había entrado, y avisar por radio de lo que sucedía.

El controlador Christopher «Chip» Flores recibió la llamada en la torre de control de Fort Pierce. Tras asegurarse de lo que acababa de oír por la radio –no me extraña– le preguntó al pasajero que dónde estaban. Pero el pasajero no tenía ni idea. Así que Flores, con la ayuda del supervisor Justin Boyle, le pidió que empezara un suave descenso y que intentara mantener un rumbo paralelo a la costa mientras los localizaban. La avioneta resultó estar sobre el Atlántico a unos 40 kilómetros del aeropuerto de Boca Ratón.

Pero Flores pensó que, aunque estuviera más lejos, era mejor que intentaran aterrizar en Palm Beach ya que el aeropuerto tiene una pista más larga, menos tráfico, y mejor cobertura de radio sobre el Atlántico. Así que puso en contacto al piloto accidental con la torre de Palm Beach donde Gregory Battani, el controlador jefe de turno, llamó a Robert Morgan, un controlador con experiencia como instructor de vuelo.

Morgan fue dando instrucciones al piloto para que llevara la avioneta hacia el aeropuerto, ayudado pon una copia impresa del panel de mandos de la Caravan. Sus colegas se aseguraron de desviar o mantener a la espera todos los tráficos que iban hacia Boca Ratón; de parar los despegues; de asegurarse de que no había otros aviones o vehículos en o cerca de la pista…

Y a las 16:37 la Caravan aterrizaba sin problemas en la pista de Boca Ratón tras una aproximación larga y suave. Cuando el piloto consiguió por fin detenerla con la ayuda de Morgan –por supuesto tampoco sabía como frenar– personal de emergencia se encargó del piloto original. Ninguno de los tres ocupantes del aparato ni la avioneta sufrieron daño alguno.

Y ya sabes lo que se dice: «Un buen aterrizaje es aquel en que el piloto puede salir andando. Un aterrizaje perfecto es aquel en que el avión puede usarse otra vez».

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