Un 737 MAX 8 de LOT aterrizando en Londres – Wicho
The Air Current acaba de sacar a la luz un nuevo problema con el Boeing 737 MAX. En este caso se trata de errores en el montaje del mamparo de presión posterior.
Ese mamparo es el que sella por atrás la parte presurizada del avión. Salvando todas las distancias se puede pensar en él como en la parte de abajo de una lata de refresco. Si en una lata está mal sellado se puede perder parte del contenido. Si en un avión ese mamparo está mal sellado se puede perder presión en la cabina.
El problema está en que Spirit AeroSystems Holdings Inc., que fabrica aproximadamente el 70 % del fuselaje del avión, estaba haciendo agujeros de más y en lugares equivocados en esas mamparas. Lo que hizo Spirit fue colocar pasadores en todos los agujeros –los que están en su sitio y los que no– para evitar problemas de estanqueidad. Pero eso no está dentro de los parámetros de fabricación exigidos por Boeing.
Así que Boeing tiene ahora que determinar cuántos MAX están afectados por el problema para solucionarlo. Aunque afortunadamente, o al menos eso dice, no es un problema de seguridad inmediato. Por su parte Spirit dice que ya ha corregido el procedimiento de ensamblado para que eso no vuelva a suceder.
No es el primer problema que tiene Boeing con Spirit este año: en abril se supo que la empresa estaba ensamblando mal los estabilizadores verticales de algunos MAX.
Es cierto que este tipo de problemas se pueden producir –y se han producido– con distintos aviones de distintos fabricantes. Pero los problemas con el MAX llaman mucho más la atención pues ese modelo estuvo veinte meses sin poder volar a causa de un grave fallo de diseño.
Y además es que en Boeing llueve sobre mojado. El 787, por ejemplo, tuvo problemas con el mamparo frontal de presión entre otros varios problemas más; el avión nodriza KC-46 también tiene su propia colección de problemas; y qué decir de lo de la cinta aislante inflamable de la cápsula espacial tripulada Starliner.
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