Por @Wicho — 18 de marzo de 2011

La resolución aprobada anoche por el Consejo de Seguridad de las Naciones en contra del régimen libio permite establecer una zona de exclusión aérea para proteger a los civiles que se están viendo afectados por el conflicto armado entre este y sus opositores.

Una zona de exclusión aérea es aquella en la que no se permite que vuele ninguna aeronave, salvo aquellas autorizadas expresamente por la autoridad que ha creado la zona en cuestión, que normalmente son aquellas que llevan a cabo vuelos de carácter humanitario y, obviamente, las encargadas de mantener la propia zona de exclusión.

En muchos países existen zonas de este tipo alrededor de instalaciones militares o de importancia política o estratégica, o incluso en casos como una erupción vocánico o la que se ha declarado en 30 kilómetros a la redonda de la central nuclear de Fukushima.

Pero como en este caso como se trata de imponer esa restricción en el espacio aéreo de Libia en contra de la voluntad de su gobierno, probablemente habrá que recurrir a la fuerza, algo que la resolución de la ONU autoriza expresamente.

Así que ahora falta por ver cómo y cuando se pone en práctica esta resolución, ya que obviamente no es lo mismo proteger el espacio aéreo sobre las zonas bajo el control de la oposición al régimen libio que bloquear el espacio aéreo de todo el país.

En cualquier caso, para ponerla en práctica tendrá que haber cazas en vuelo a todas horas en lo que se conoce como patrullas aéreas de combate (CAP), listos para obligar a aterrizar o a desviarse a aquellas aeronaves no autorizadas, o incluso, llegado el caso, a abrir fuego sobre ellas.

F-15 volando CAP
Dos F-15 de la Guardia Aérea Nacional de Massachusetts volando CAP durante la operación Noble Eagle

El que la OTAN cuente con aviones AWACS, que por cierto llevan ya días operando en la zona, debería facilitar el imponer esta zona de exclusión aérea, ya que por una parte es muy difícil que ninguna aeronave en vuelo se escape a su control, y por otra permiten coordinar mejor los recursos disponibles para imponer el cumplimiento de la resolución.

El que la Liga Árabe haya dado también su visto bueno a la imposición de esta zona de exclusión aérea es también importante, ya que facilitará cubrir el este y el sur del país sin necesidad de tener que realizar largos vuelos desde bases de la OTAN o portaaviones de los Estados Unidos en el Mediterráneo.

Pero por supuesto todo depende mucho también de cómo reaccione el régimen libio, tanto si decide enfrentarse a la zona de exclusión lanzando un ataque masivo con su fuerza aérea como si decide poner en práctica sus amenazas de atacar el tráfico aéreo y marítimo en el Mediterráneo.

Y en cualquier caso no hay que olvidar que el establecimiento de esta zona de exclusión aérea podría no ser tan efectivo como se piensa de cara a proteger a la población civil, ya que es fundamentalmente una campaña del ejército de tierra libio la que está poniendo contra las cuerdas a los opositores al régimen.

Otra cosa sería que, interpretando en un sentido amplio el texto de la resolución, se optara por incluir aviones o helicópteros de ataque a tierra como los A-10 o los Apache en las fuerzas encargadas de mantener la zona de exclusión.

Tampoco cabe esperar, como de hecho no sucedió en Bosnia-Herzegovina ni en Iraq, que el imponer esta zona de exclusión vaya a suponer la caída del régimen de Gadaffi.

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