pregunta de Gabriel Mestres (Palma de Mallorca, Baleares)
En teoría, los motores de un avión deben poder seguir funcionando en la peor tormenta de agua que uno pueda imaginar. Durante el proceso de certificación se realizan ensayos de ingestión de agua para comprobar que esto es así. Sin embargo, en la práctica a veces esto no se ha cumplido. Por ejemplo, conocido es el caso de los motores CFM-56 de los B-737 de segunda generación. Aunque se habían probado, una vez en servicio se comprobó que tenían una cierta tendencia a pararse por ingestión de agua. Un b-737-300 de TACA, el 24 de mayo de 1988 tuvo que aterrizar en una pista de hierba de 1.850 metros de largo cerca de Nueva Orleans después de que sus motores se apagasen por ingestión de agua durante la aproximación al aeropuerto de esa ciudad en un vuelo con siete tripulantes y 38 pasajeros. Unos días después, tras el cambio de uno de los motores, dañado por sobre temperaturas, el avión despegó de esa misma pista sin mayores problemas.
Tras la investigación del incidente, se emitieron una serie de directrices para la operación en condiciones de lluvia intensa y CFM International modificó el diseño de estos motores para evitar que se produjese otro incidente similar.