Por Avión Revue — 19 de marzo de 2009

pregunta de Angel J.B. Alonso (Salamanca), Roberto Martín (Zaragoza) y otros

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Para el despegue de aviones convencionales (F/A-18, F-14, Rafale...) se usan unas catapultas de vapor, aunque quizás fuese más correctas llamarlas ballestas, ya que su funcionamiento es similar. En este caso el vapor mueve un pistón que tira del avión. En las ballestas, la cuerda impulsa un vástago que, a su vez, impulsa el dardo.

La forma de sujetar el avión al pistón varía. En la Marina de EE.UU., por ejemplo, el avión se ancla directamente a una pieza que lo une al vástago. En la Marina francesa, la unión es mediante unos cables. En cualquier caso, el piloto acelera el motor o motores del avión al máximo, y es entonces cuando el oficial encargado de la catapulta, efectúa el lanzamiento.

Los gases que salen de los motores pueden tener una velocidad de más de 100 km/h y estar a varios centenares de grados de temperatura. Es fácil imaginarse lo que podría ocurrir en la cubierta con un vendaval de esa fuerza y calor, y es por ello que detrás de la posición de despegue, existen unas barreras que se levantan para desviar el chorro de gases hacia arriba, evitando el peligro para los demás ocupantes de la cubierta. Una vez el avión ha despegado, la barrera se baja para dar paso a la siguiente aeronave.

Evidentemente, dado que el avión se acelera en pocos segundos desde cero a más de 300 km/h en dos segundos, es fácil imaginar la fuerza que ejerce el vástago al moverse sobre la estructura del avión, por lo que los aviones navales son, en comparación a otros, más pesados al disponer de una estructura reforzada para aguantar ese tirón, y el impacto controlado contra la pista que es el apontaje en un portaaviones, y la frenada, tan brutal como es el despegue, que ejerce el sistema de cables que se enganchan con el gancho trasero.

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