El Comité del Senado de los Estados Unidos sobre Comercio, Ciencia y Transporte acaba de publicar un informe sobre la supervisión de la seguridad en vuelo –cuya responsabilidad recae sobre la Administración Federal de Aviación (FAA)– que le saca los colores a la agencia por su mal funcionamiento.
Algunos de los puntos que el informe de 102 páginas menciona son:
- Un claro trato de favor a las aerolíneas por parte de la dirección de la FFA frente a recomendaciones de sus inspectores inspectores , que en muchos casos son ignoradas. En especial cuando pueden suponer un perjuicio a la aerolínea, claro.
- Un claro maltrato a quienes informan de malas prácticas. Como poco no se les hace caso. Pero no es raro que esas personas sean castigadas relegándolas a puestos poco importantes.
- Un cuadro directivo que carece de la formación necesaria para poder tomar decisiones técnicas con criterio. Y que tampoco está muy al tanto de las normas que regulan el funcionamiento de la agencia. O no quiere estarlo.
- Un cuadro directivo que de una forma u otra siempre se ve eximido de cualquier tipo de responsabilidad por las decisiones que toma.
- La costumbre de ignorar las recomendaciones que les hace el Departamento de Transporte o la Oficina del Interventor General.
- La ya conocida falta de supervisión efectiva por parte de la FAA en el proceso de certificación del Boeing 737 MAX.
- La falta de colaboración en la investigación de los accidentes de los vuelos 610 de Lion Air y 320 de Ethiopian Airlines que llevaron a la retirada del servicio del MAX; en esto la FAA retuvo información relevante –en algunos casos no la soltó hasta que se filtró a la prensa– y puso todo tipo de trabas para que su personal pudiera ser entrevistado por los comités de Congreso y el Senado creados al efecto.
- Trampas en algunos de los vuelos de recertificación del MAX. En algunos el personal de Boeing le dijo a los pilotos que hacían las pruebas en simuladores los botones que tenían que tocar en cuanto tuvieran un problema –es como si te dicen la respuesta a un examen antes de empezarlo– y en otros se usaron simuladores que no emulaban el funcionamiento del MCAS, el sistema causante de los problemas del MAX.
Y esto es sólo una muestra. Así que no es para nada sorprendente que el congreso de los Estados Unidos esté a punto de aprobar una gran reforma en el funcionamiento de la FAA que, entre otras cosas, tiene como objetivo impedir ese amiguismo con los fabricantes y las aerolíneas. Desde luego parece que hace buena falta.
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