Por @Wicho — 27 de septiembre de 2009

Mientras la administración Obama le da vueltas al informe de la Comisión Augustine, que no deja en muy buen lugar los actuales planes de futuro de la NASA, se ha escrito bastante acerca de lo que se podría hacer con el futuro de la agencia.

Dejo aquí tres enlaces que me han parecido interesantes como punto de partida para algunas reflexiones:

  • Jamez Oberg en Which way for NASA? A step-by-step path defiende lo que la comisión ha llamado el «camino flexible», que pasaría por sentar los pies en la Tierra y no apuntar directamente a Marte sino por ir dando pasos más pequeños, que empezarían con prolongar la financiación de la Estación Espacial Internacional durante más años para poder usarla como plataforma de pruebas de nuevas tecnologías, entre ellas el intrigante motor VASIMR, contratar con empresas privadas el acceso a la órbita terrestre, e ir dedicando las energías de la agencia a ir alejándose poco a poco de las inmediaciones de esta.
  • Alejandro hace en Política ficción espacial un repaso de los que él considera los peores errores de la NASA en los últimos años y sugiere una serie de ideas similares a las del artículo de Oberg, poniéndo especial énfasis en la cooperación comercial para poder olvidarse del desarrollo de lanzadores y centrarse en el de un vehículo tripulado tras «mandar a paseo, por completo, el programa Constellation», en mantener durante un poco de tiempo más en servicio los transbordadores espaciales, y en buscar la colaboración internacional para así poder irse fijando objetivos cada vez más ambiciosos.
  • Por su parte, Javier Casado recoge en ¿Quieres relanzar el programa espacial? Desmantela la NASA las declaraciones de Charles Murray, coautor de un libro sobre el programa Apollo, que dice que «[...] si el Presidente Obama quiere saber cómo relanzar de nuevo del programa espacial, tengo un consejo para él: desmantele la NASA. Derribe todos los centros. Identifique a un par de cientos de personas del Marshall obsesionados con los cohetes, y manténgalos. Elija a cuarenta y cinco del Langley y el Lewis, la mitad de ellos locos del espacio, y la otra mitad gente a la que sus supervisores se quieran quitar de en medio. Déles una misión y un montón de dinero, y retírese. Y luego, cuando el Presidente Obama me diga que estoy loco, le señalaré que acabo de describir la forma en la que se formó el Space Task Group en 1958. Once años después estábamos en la Luna».

No se si la cosa será para tanto, pero desde luego parece bastante increíble que la de NASA hace cuarenta años fuera capaz de poner dos astronautas en la Luna y repetir la hazaña en seis ocasiones mientas que ahora le cuesta horrores ponerlos en órbita terrestre.

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