Tras un vuelo de 48 horas y 50 minutos a través del Mediterráneo en el que recorrió 3745 kilómetros a una velocidad media de 76,7 km/h a los mandos del avión eléctrico Solas Impulse 2 el piloto André Borschberg tomaba tierra en El Cairo a las 5:10 UTC del 13 de julio de 2016.
Este era el penúltimo vuelo de la vuelta al mundo de este avión que comenzó en marzo de 2015 en Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos.
Les queda un solo vuelo para volver al punto de partida, vuelo que tendrá lugar en breve, para volver al punto de partida.
Tal y como lo venden Borschberg y André Piccard habrá sido una demostración de que la tecnología fotovoltaica está lista para hacer cosas que antes nos hubieran parecido imposibles, lo que debería ayudarnos a pensar en ella como una tecnología limpia que puede contribuir a mejorar la calidad de vida en nuestro planeta.
Y lo cierto es que en los últimos años la eficiencia de los paneles solares ha ido subiendo mientras que su precio baja, con lo que cada vez parecen mejor opción, extrañas políticas impositivas aparte.
La que no ha salido tan bien parada hasta ahora en este vuelta al mundo es la tecnología de las baterías, que hubo que sustituir en Hawaii después de que se estropearan por exceso de temperatura; con todo lo que ha avanzado la tecnología en las últimas décadas parece mentira que las baterías sigan siendo el talón de aquiles de nuestros dispositivos móviles o de los coches eléctricos, por citar un par de ejemplos.
Quieto mi batacitor ya.