Por @Wicho — 30 de enero de 2018

Lockheed SR-71 Blackbird a partir de 48:15

En Los Crononautas #S02E12 me ha tocado a mí ocupar el espacio habitual de Alvy porque el tema a tartar era de bastante aerotrastorno, en concreto el avión espía Lockheed SR-71 Blackbird, que más que un avión parece una nave espacial. Se puede escuchar a través de iVoox, iTunes o directamente con el reproductor web.

Concebido para volar tan alto y rápido que nada que pudieran lanzar contra él pudiera cazarlo conserva en su poder desde 1976 el récord de velocidad absoluta para un avión a reacción, con 3.529,6 km/hora, lo que equivale a volar a un kilómetro por segundo.

El diseño del Blackbird, con su ala delta, sus dos enormes motores encastrados en ésta, y los dos timones de cola colocados sobre los motores lo hacen bastante inconfundible… a menos que lo compares con el Lockheed A-12, su predecesor, que es prácticamente igual. De hecho hay un A-12 en el museo del Intrepid en Nueva York que estoy seguro de que mucha gente lo ha confundido con un SR-71.

SR-71A en vuelo

El SR-71 era un avión enormemente avanzado para la época, que necesitó incluso que se desarrollara un combustible especial para él que había que encender provocando una pequeña explosión. Incorporaba también un ordenador, primero analógico y luego digital, que controlaba la posición de los conos de las tomas de aire de los motores para mantenerlos en funcionamiento a las muy distintas velocidades a las que podía volar sin que el piloto tuviera que preocuparse de ello.

Estaba construido casi completamente en titanio, el único material que podía soportar las enormes temperaturas que el rozamiento con el aire provocaba. De hecho el calor que generaba la fricción con el aire hacía que al avión creciera varios centímetros durante el vuelo, por lo que sus paneles estaban diseñados para ser más pequeños de lo necesario cuando estaban fríos, con lo que en tierra en avión perdía combustible porque las piezas no encajaban del todo.

Un detalle muy curioso de la historia de este avión es que los primeros envíos de titanio que recibió Lockheed fueron rechazados porque contenían demasiadas impurezas, con lo que hubo que buscar titanio, que es bastante escaso, por todo el mundo… e irónicamente la mayor parte del titanio que terminó siendo utilizado para fabricar los Blackbird fue adquirido a a URSS mediante empresas tapadera.

SR-71 en construcción

El titanio no sólo es escaso; además es difícil de trabajar. Tanto que Lockheed descubrió que el motivo de que algunas soldaduras hechas en un momento dado del año fueran menos resistentes que las que las hechas en otro era que en verano el agua de la planta de fabricado de los SR-71 venía de un embalse y en invierno de otro y que las distintas impurezas presentes en un agua y en otra eran suficientes como para modificar la resistencia de las soldaduras.

En vuelo las ventanas de la cabina, fabricadas en cuarzo, alcanzaban una temperatura de más de 300 grados en su parte externa y de unos 120 grados por dentro, por lo que la cabina necesitaba un potente sistema de aire acondicionado para que los pilotos no se cocieran.

Los pilotos, además, tenían que ir enfundados en unos trajes presurizados que no sólo les proporcionaba oxígeno sino que además estaban diseñados para protegerlos de los más de 400 grados a los que se verían expuestos si tenían que abandonar el avión a velocidad de crucero.

Brian Shul en la cabina de un SR-71

Además, cuando volaban a la altitud de crucero no podían abrir los visores, por lo que tenían que beber mediante botellas de agua que tenían una pajita que se introducía por un agujero del casco; y lo mismo con la comida, que venía en unos tubos muy similares a los que todos asociamos a la comida de los astronautas. De lo de hacer sus necesidades ya hablamos otro día.

En definitiva, un avión que aún hoy en día nos sigue pareciendo de ciencia ficción y que no parecería fuera de lugar en cualquier película sobre el futuro.

Por cierto que a pesar de llamarse Blackbird en realidad está pintado de un azul muy oscuro. Auque sobre esto de la percepción de los colores habría mucho de lo que hablar claro.

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