Por @Wicho — 26 de noviembre de 2018

El Banksy de Canido vs el original

Hace unos días estuve en una charla de Eduardo Hermida, el padre de Las Meninas de Canido, quien nos contó su versión de la historia del Banksy –o no– que apareció pintado en Canido en abril de 2018.

Todo empezó cuando, de cara a la edición de 2017 del festival, se encontró con que gracias a la financiación de Estrella Galicia, podía traer un artista de gran caché al evento. Después de darle muchas vueltas decidió que le encantaría contar con Baksy, por lo que tiene su obra de apropiación de un espacio público como son las paredes de las calles para llevar el arte a todo el mundo. El problema es que la identidad de Banksy es un secreto. De hecho tan siquiera se sabe si es una sola persona o un colectivo.

Así que pusieron en marcha una campaña mediante vallas publicitarias en las que le ofrecían un espacio a Banksy. Esta campaña y el objetivo de traer a Banksy a Ferrol fueron además recogidos por numerosos medios.

Pero pasó el festival de 2017 y esa pared seguía vacía.

Sin embargo, unos meses después Eduardo recibió un correo de una dirección del dominio banksy.co.uk –aunque sin ver las cabeceras no puedo saber si el remitente está falsificado– en el que le pedían la ubicación exacta del lugar reservado, correo al que respondió enviando las coordenadas correspondientes. Y en abril de 2018 una noche Eduardo recibió una llamada de un vecino de Canido en la que le decía que había dos personas con unos portaplanos haciendo algo en la pared en cuestión.

Eduardo esa noche estaba en Valencia, con lo que no pudo ir a ver qué pasaba. Pero en cuanto estuvo de vuelta al día siguiente se acercó rápidamente a ver qué había pasado y se encontró con montones de medios que estaban cubriendo la aparición de un supuesto Banksy en esa pared. Se trata una versión del Kissing Coopers que en 2005 apreció en una pared del pub Prince Albert de Brighton pero que en 2014 fue vendido en una subasta en Miami por 418.000 euros tras haber sido arrancado de su sitio.

Desde el primer momento hubo dudas sobre la autoría, claro: hasta donde se sabe Banksy nunca se ha versionado a sí mismo y no parece muy coherente con las ideas que ha venido expresando hasta ahora el colaborar con una iniciativa financiada por una empresa, por citar un par de peros. Además tampoco hizo una Menina, lo que refuerza la idea de que detrás de esa intervención falta la creatividad real de Banksy.

Pero Eduardo dice, sin embargo, que a pocos metros hay una Menina de Canido en la que salen dos mujeres besándose, con lo que este nuevo Banksy podría ser un homenaje a esa obra. Además, según él, al poco tiempo de aparecer el Banksy de Canido recibió un nuevo correo en el que le decían que si borraba el logo del patrocinador le contarían un secreto que él podría utilizar como estimara oportuno, como dando a entender que de esa forma podría autenticar la autoría de la obra. Sin embargo Eduardo no quiso hacer tal cosa, por lo que nunca recibió esa información.

El último capítulo de esta historia, por ahora, es que poco antes del festival de 2018 la agencia AFP por lo visto escribió a Baksy preguntando por la autoría y la respuesta fue «No es un Banksy».

Pero más allá de la anécdota de la autoría del supuesto Banksy me encantó lo que contó Eduardo acerca de los efectos que el festival está teniendo sobre el barrio.

El Banksy de Canido vs el original

Las Meninas de Canido nacieron en 2008 como una acción a medio camino entre la protesta por el abandono urbanístico que sufría el barrio de Canido en Ferrol y una forma de intentar recuperarlo. Desde entonces, con la excepción de 2012, cada cada primer fin de semana de septiembre artistas y voluntarios se reúnen en el barrio para crear sus propias interpretaciones de la obra de Velázquez. En la edición de 2018 se reunieron unas 60.000 personas y en total hay ya unas 325 Meninas de todos los tamaños y estilos.

De hecho ahora se están viendo en la necesidad de seleccionar un poco quién puede participar –aunque no les piden más que un poco de técnica– porque el presupuesto no da más que para crear unas 50 Meninas nuevas al año, aunque otra opción por la que están apostando es la de recuperar y mejorar las que ya existen.

Pero lo sorprendente es la forma en la que ha cambiado el barrio: ha pasado de unos 1.300 a 7.500 habitantes en este tiempo, lo que sitúa a Canido cono el tercer barrio más poblado de los 23 de Ferrol. Son personas con una media de edad entre 31 y 41 años, muchos de ellos de profesiones liberales y familiares de gente que antes vivía allí.

Y desde el ayuntamiento han invertido 13 millones de euros en cuatro años para construir aceras más anchas, instalar nuevo mobiliario urbano y recuperar espacios públicos.

Esto ha hecho que el barrio haya dejado de ser un barrio tirando a marginal a un barrio con mucha vidilla y un futuro que antes no tenía: hay, de hecho, un montón de casas en restauración –se pierden 15 ó 20 Meninas al año debido a esto– y han abierto 27 negocios nuevos en los últimos cinco años.

Así que ahora en Canido el no sólo arte forma parte de la ciudad sino que la ha transformado. Y es algo que los habitantes del barrio sienten como algo suyo, algo que además están encantados de compartir –con un merecido orgullo– con el resto del mundo.

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