Escultura del Caballo de Troya (CC) Ratha Grimes
Burning Man es complicado de definir, de modo que es más fácil dejar que las fotos hablen por si solas. Se trata de un evento anual de casi una semana de duración que tiene lugar en medio del desierto de Black Rock, en Estados Unidos. Este año congregó a 50.000 almas que pagaron más de 150 euros cada una.
Tympani Lambada at night (CC) Michael Prados
Todo Burning Man se ubica una especie de aparcamiento circular gigantesco, con tiendas de campaña, caravanas y todo tipo de estructuras fijas y móviles. En cualquier momento podría aterrizar un ovni y nadie se sorprendería. Entre los asistentes hay una variada fauna de adultos de un amplio rango de edades. Los temas favoritos: artes plásticas, ingeniería, tecnología y música combinados a todas horas del día.
Desert Cyrens (CC) Pertz Partensky
La experiencia también tiene un toque de aventura y supervivencia: la temperatura en el desierto es de 40 a 43 grados, la arena y el polvo se meten por todas partes y hay que beber constantemente: es fácil deshidratarse. Estando a 200 kilómetros de Reno (Nevada) es lo más parecido a estar en mitad de ninguna parte pero además rodeado de frikis en todas sus variantes, disfraces y caracterizaciones incluidas.
La primera vez que oí hablar de Burning Man fue en la revista Wired, allá por 1996. A los de la «revista del futuro» Burning Man les parecía exageradamente más futurista todavía, entre distópico y utópico. Tal vez era, como lo calificó Bruce Sterling, lo más parecido a «la Internet hecha carne y hueso».
BRC from above (CC) Perttz Partensky
No parece exagerado decir que Burning Man es como una mezcla de Woodstock, Mad Max II –hasta tiene una «Cúpula del Trueno» donde la gente lucha– y el mítico Art Futura – todo ello bien mezclado y agitado. Los montajes suele ser gigantescas esculturas, escenarios y grandes cacharros móviles que deambulan de un lugar para otro.
La tradición desde hace décadas exige además que allí «todo lo que se monta, se desmonta». Tras la semana del Burning Man, la playa –como denominan al lugar– queda tan limpia y desértica como estaba al principio.
Temple on Fire (CC) Perttz Partensky
Naturalmente, también hay un hombre ardiente.
Una de las noches se pega fuego –medio estilo fallero, medio a lo Guy Fawkes– al muñeco del hombre ardiente que se monta a tal efecto en medio del gigantesco festival, cual primitivo ritual.
Escenario «estilo Tetris» (CC) Mari Francille
One of these things is not like the others… (CC) Ratha Grimes
The Temple at sunset (CC) Ratha Grimes
Rites of Passage (CC) Nina Mehta
After the Burn (CC) Anselm Hook
Todas estas imágenes provienen de gente que las ha compartido con una licencia libre a través de Flickr (véase: burning man). Realmente verlas es casi como estar allí – sin el calor ni la angustia de la supervivencia.
A pesar de todas las imágenes y detalles, la experiencia mantiene un lejano toque de misterio imposible de definir. Debe ser, como dicen ellos mismos, «como intentar explicarle cómo es un color a alguien que no podido usar nunca la vista.»
Actualización (19 de octubre de 2011): Y aquí un bonito vídeo en time-lapse de un mes completo de Burning Man entre preparativos y celebración propiamente dicha, cortesía de Peretzp: