Por @Alvy — 14 de agosto de 2021

Cerillas es el sencillo título de este mega-montaje mega-mix de Tomohiro Okazaki, un diseñador del estudio Swimming Design. Las protagonistas son humildes cerillas, que en las diferentes minisecuencias cambian y se transforman de formas mágicas y sorprendentes.

La película dura más de siete minutos, y teniendo en cuenta que cada efecto son unos pocos segundos la cosa de para mucho. Lo interesantes ver la evolución y complejidad de los efectos, cómo de pequeños movimientos y transformaciones la cosa se va complicando y volviendo cada vez más enrevesada hasta incluir carteles, cientos de cerillas, tipografías… Todo es cuestión de imaginación.

Parte del secreto es que el stop-motion está animado con extremada fluidez, a 60 fotogramas por segundo (fps). Cuando se anima normalmente –en los antiguos largometrajes y en muchos vídeos actuales– se suele utilizar una cifra mucho más pequeña, normalmente 15 fotogramas por segundo, que están en el límite de la «percepción del movimiento de los humanos». La diferencia es notable, pero, claro, cuesta cuatro veces más tiempo animar a 60 fps que a 15 fps.

En un documental que casualmente estuve viendo ayer sobre los efectos especiales de Parque Jurásico (1993) explicaban precisamente como inicialmente consideraron usar el stop-motion para algunas secuencias con los dinosaurios. Pero sabían que esa técnica tenía el problema de que los fotogramas carecen de desenfoque de movimiento (motion blur) que es lo que hace realista las secuencias como las persecuciones. Lo que pensaron fue añadir el desenfoque en postproducción, fotograma por fotograma. Luego todo cambió cuando decidieron usar animación 3D por ordenador animar los dinosaurios, aunque los artistas del stop-motion («una profesión que con la llegada de los ordenadores pasó a quedar extinta») ayudaron con sus conocimientos sobre anatomía y movimientos realistas.

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