Por Nacho Palou — 22 de marzo de 2017
Si las tarjetas de los Óscar hubieran tenido un diseño mejor se podría haber evitado el embarazoso final de la ceremonia, cuando se anunció incorrectamente el título de la producción premiada como mejor película. Por no mencionar el caso del anuncio de Miss Universo en 2015. Las consecuencias del mal uso de la tipografía no terminan aquí: es probable que el mediocre diseño de las papeletas en las elecciones del año 2000 influyeran en el resultado, mientras que una fuente poco legible usada en etiquetas de medicamentos podría haber causado medio millón de casos de dosificaciones erróneas.
En Free Code Camp, Why Typography Matters — Especially At The Oscars, se hace el mismo análisis (se trata del mismo autor, Benjamin Bannister) de cuáles fueron los fallos que llevaron Warren Beatty y Faye Dunaway, presentadores de la ceremonia, a cometer aquel error que (sin ser tampoco el fin del mundo, las cosas como son) sí que resulta en un ejemplo accesible de la la importancia que tienen el diseño y la tipografía en la función y no sólo en la estética.