Por @Alvy

Piracy is a Crime - Título

En TorrentFreak cuentan cómo han podido investigar acerca de la ironía de que la campaña «La piratería es un crimen» usaba una tipografía pirata. Es algo así como decir «Nada enseña mejor sobre propiedad intelectual que violar los derechos de otros discretamente en el proceso» o «Los bits no se roban, los átomos tampoco… las fuentes, bueno, eso ya tal».

El anuncio, emitido en televisión, cines e incluido insaltablemente en muchos DVDs, se hizo famoso –por lo ridículo– como parte de la campaña oficial que se lanzó en 2004, pagada y respaldada por la Motion Picture Association of America (MPAA), la Federation Against Copyright Theft (FACT) del Reino Unido y la Oficina de Propiedad Intelectual de Singapur (IPOS).

En el anuncio se equiparaba descargar una película con robar un coche, robar un bolso o robar un televisor, como si fueran lo mismo y lo primero no estuviera hecho de bits copiables y lo otro de átomos irremplazables. «Robar es ilegal», terminaba diciendo, una frase tan palmaria como obvia, rematado por un «La piratería es un crimen». Bueno, eso es lo que opinaban entonces.

Según se ha contado en diversas ocasiones, la tipografía de esa película parecía ser la FF Confidential, creada por Just Van Rossum in 1992, que se puede licenciar pagando por ella, como muchas otras.

Pero hete aquí que si se mira con lupa, en los archivos que todavía existen de aquella campaña (porque la web desapareció) se puede ver cómo en uno de los PDFs se usa la tipografía XBAND Rough, creada por Catapult Entertainment en 1996… y que resulta ser un «clon pirata» de la FF Confidential.

En otras palabras: en vez de usar la tipografía original usaron una copia «pirata», –si no en toda la campaña al menos en parte de ella– porque desde luego en los metadatos de los PDF aparece con el nombre XBAND Rough.

Esto recuerda un poco a cuando en las salas de cine y otros sitios de proyección (incluso se ha visto en TV) se rompe algo y aparece el VLC con el archivo .MKV de la versión pirata de un material que quizá tengan licenciado –o quizá no– aunque aquí para más inri el vídeo es un anuncio contra la piratería.

Y como pequeño homenaje aquí va la versión humor extremo del anuncio en cuestión, versión I.T. Crowd (Los informáticos donde no solo roban bolsos y coches sino también bebés, cascos de policía en los que luego cagarse, para enviárselos a sus viudas… Para robarlos de nuevo, más que nada por las consecuencias.

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Por @Wicho

Aunque James S.A. Corey dejó (¿dejaron?) bastante atado el arco principal de la historia de The Expanse quienes nos enamoramos de ese universo siempre queremos más. Y ahora nuestros deseos se cumplen con una nueva dosis en la forma de A Little Death.

Se trata de una historia situada en esos 30 años que pasan entre el final de la serie y el principio de El alzamiento de Persépolis, la séptima novela de la serie:

A raíz de las repercusiones de lo ocurrido en The Expanse: Dragon Tooth, la tripulación de la Rocinante se ve inmersa en una conspiración de alto riesgo cuando un viejo conocido de Amos Burton acude a él en busca de ayuda.

Cuenta con la supervisión de James S.A. Corey, así que la historia es canon en el universo de la serie, que diverge ligeramente del de los libros. Tiene el interés extra de que Wes Chatham, el actor que interpreta a Amos Burton, ha estado involucrado en su escritura.

Las portadas de los cuatro cómics, aunque por ahora en realidad sólo ha sido revelada la primera; las demás incluyen un texto que dice que no es el diseño final

Está contada en formato cómic. Puedes escoger si quieres los cuatro cómics sueltos en PDF, en papel, en un sólo tomo. Y como han conseguido superar con creces la financiación que necesitaban, escojas la opción que escojas, vendrá con algunos extras.

Eso sí, si compras los cómics a través de esta campaña tendrás ediciones limitadas con portadas distintas a las que luego puedan salir a la venta a través de canales tradicionales.

(Vía The Spaceshipper).

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Por @Alvy

[No contiene spoilers.] En tan solo cuatro episodios, esta miniserie británica de Jack Thorne y Stephen Graham (quien además de coproductor escribió el guión y es uno de los protagonistas) Adolescencia cuenta una historia impactante bajo una premisa: un crimen en el que muere una adolescente y en el que está implicado otro niño de 13 años. ¿Quién ha cometido el crimen? ¿Lo ha hecho solo? Y sobre, todo ¿Qué le ha llevado a hacerlo?

Cada episodio se desarrolla en momentos distintos de la historia, con protagonistas que van cambiando según el punto de vista que quieren resaltar: los investigadores, la familia, el niño protagonista… Esto permite además mostrar varios entornos en los que han sucedido los hechos: el del hogar, el colegio, la comisaría de policía… Una de las curiosidades es que cada episodio es un solo plano secuencia, pero sin truquis. En el primero fue bien la cosa y acertaron a la segunda; de los otros se hicieron más de diez, incluyendo uno en el que la cámara pasa a un dron, vuela y vuelve a bajar.

A mi me recordó poderosamente a la franquicia Criminal (2019), de la que se hicieron versiones en España, Reino Unido, Alemania y Francia). En tres episodios independientes cada una (en el Reino Unido se grabó una segunda temporada) se contaba un caso en un interrogatorio con algún caso rebuscado y unos investigadores, perfiladores y psicólogos sumamente sagaces.

En Adolescencia el transfondo son las redes sociales en las que se mueven los jóvenes: los instagrams, tiktoks, grupos y chats de la vida. Que son básicamente su «mundo real» porque prefieren estar ahí a estar en la calle y donde hay tantos o más peligros que los que se encontrarían en los barrios bajos.

Los adultos no pueden entender ese lenguaje de megustas, emojis, coraconcitos de colores y términos del neolenguaje como incels, cringe, NPCs y actitudes como el ghosting, flexear o rizzear.

Los adultos creen que permitiéndoles estar encerrados en su habitación con internet «para jugar» los adolescentes están seguros.

Los adultos se equivocan.

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Por @Wicho

En una línea temporal parecida pero no del todo igual a la nuestra Disney comienza a usar robots en sus parques de atracciones en la década de los 50. Esos robots son cada vez más avanzados, hasta el punto de que en los 80, ya dotados de inteligencia artificial, empiezan a reclamar sus derechos. Eso desemboca en una guerra contra la humanidad en la que llevamos todas las de perder porque los robots ni de distraen ni tan siquiera necesitan parpadear mientras tengan las baterías cargadas.

No será hasta que Sentre desarrolle la tecnología necesaria para que una persona se conecte a un dron robot cuando cambie el curso de la guerra. Al final los robots, derrotados, son confinados a una enorme zona en el centro de los Estados Unidos que es la que da nombre al libro y a la novela.

Pero no todo es tan bonito como parece, pues un par de años después de terminar la guerra la tecnología de Sentre hace que muchas personas se pasen el tiempo conectadas a la realidad virtual que les ofrece la tecnología de Sentre, dejando de lado no sólo sus vidas en el MundoReal™ sino también sus cuerpos.

La descripción
Dos personas enganchadas a Sentre – Netflix

Michelle, que perdió a sus padres ya su hermano en un accidente de coche mientras la guerra estaba en curso, malvive en una casa de acogida al cargo de Ted, que se pasa el día metido en Sentre. Hasta que un día recibe la visita de un robot que pondrá en marcha una serie de acontecimientos que pueden poner patas arriba el statu quo.

Visto el resultado de la serie que adaptaba Tales from the Loop, otro de los libros de Simon Stålenhag, la verdad es que no esperaba gran cosa de esta película, disponible en Netflix. Así que igual por eso me ha gustado. Aunque las críticas en general están siendo bastante demoledoras.

Eso sí, es una adaptación bastante libre del libro del mismo título, que de hecho conserva poco más que la estética de los robots, las torres de Sentre y la idea de la gente que se queda enganchada dentro del sistema. Incluso diría también que las actuaciones de los robots son mejores que las de los protagonistas.

Pero me hizo pasar un buen rato, que tampoco pedía mucho más.

Y a poco que lo pienses, también hay una crítica del maltrato a los trabajadores supuestamente menos cualificados y a las minorías en los Estados Unidos, lo que dado el clima político actual, tampoco viene mal.

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