El Museo Nacional del Prado ha rediseñado su web. Javier, que ha trabajado en el proyecto, nos ha contado que se ha intentado dar más importancia a los contenidos con un diseño más claro. A mi personalmente me parece ciertamente elegante y bien resuelto; las páginas cargan rápido, son fácilmente enlazables desde otras webs y es en general se ve fácil de navegar. La información principal está además disponible en doce idiomas.
Según nos cuenta hay también nuevas secciones, muchas imágenes del fondo antiguo del museo, una cronología y se puede encontrar la información a través de tres buscadores (galería, enciclopedia y biblioteca). Lo más interesante es que para el futuro se están planteando algunas ideas de tipo web 2.0 y en los próximos meses habrá sindicación a través de feeds RSS, un podcasting en audio, vídeo y algunas cosas más.
Actualización (29 de octubre de 2007): Tal y como han publicado por un lado Skainet en Derechos de autor, Fernand0 en Respetad a los Muertos y especialmente José Antonio Millán en su anotación La vergüenza de las digitalizaciones del Prado resulta que la versión en alta resolución de las imágenes de la web del museo incluyen unas «marcas de agua» con el propósito de evitar las copias y reproducciones no autorizadas. Eso no se ve a simple vista sino tras hacer zoom, zoom, zoom.
Vaya momento WTF!!??
Al parecer la cuestión legal que se aplica en este caso es que, aunque los «cuadros» son «del dominio público», no lo son «las imágenes de los cuadros» ni los derechos de edición (que pueden pertenecer, por ejemplo, a los fotógrafos o al propio museo). Los museos (no sólo el del Prado, otros también lo hacen) alegan que «velan por conservar la calidad de la difusión de las obras» para evitar que otros puedan usar las versiones en alta resolución para redistribuirlas y lucrarse.
A mi me parecen excusas legales sin sentido, absurdas de base (que sea de dominio público «el cuadro», pero no su «imagen» – como si un cuadro fuera otra cosa); totalmente anacrónicas, que se están aplicando indebidamente a un patrominio que pertenece a todos los ciudadanos (por no decir a la Humanidad) y cuyo mantenimiento pagamos entre todos; y que deberíamos poder disfrutar y, sobre todo, difundir, como cultura que es.