Por @Alvy — 12 de agosto de 2015

NZ Flags
Algunos de los diseños finalistas para ser la nueva bandera de Nueva Zelanda

Como en cualquier asunto humano, si se quiere cambiar algo, por profundo que sea, se puede: da igual si es la Constitución, la religión o la bandera. En Nueva Zelanda, por ejemplo, parece que estaban un poco hartos de que confundieran su bandera actual con la de Australia, pues ambas son casi idénticas. Así que con el tiempo tomó fuerza la idea de cambiarla.

El debate no es baladí: al parecer se remonta a décadas atrás e implica a grupos de la sociedad civil, políticos y cuñaos: gente que opina que deben conservarse ciertos símbolos, otros que abogan por eliminar partes del diseño actual o quien querría que desapareciera la referencia al Reino Unido. También están quienes quieren recuerdan que se debería añadir algo que represente a los nativos maoríes, a los «estados asociados» o destacar las características estrellas de la Cruz del Sur.

El caso es que hablando se entiende la gente y la votación sobre más de 40 diseños finalistas tendrá lugar en noviembre: el pueblo soberano decidirá cuál será el nuevo diseño – o si se conserva el actual.

El estudio de las banderas se denomina vexilología. Tras esa denominación se esconde todo un universo de símbolos, historia, diseño y mil y un detalles. Aunque aprendemos las banderas de muchas naciones, regiones y otras entidades desde pequeños, como es natural algunas están «mejor o peor diseñadas». Y eso puede ser muy divertido.

Roman Mars, que tiene uno de los mejores y más relajantes podcasts sobre diseño que se pueden oír hoy en día (99% Invisible) tiene además una obsesión: las banderas. Cuando le invitaron a una charla TED eligió la vertiente del diseño de las banderas y desplegó su peculiar estilo –que proviene de la radio– para narrar en directo un podcast sobre –literalmente– por qué algunas banderas pueden ser las peores jamás diseñadas.

Si sientes curiosidad quítate el estrés dedicando 20 minutos de tu tiempo a descubrir algunas cosas tan interesantes como divertidas sobre esas banderas salidas del mismísimo infierno, de «diseños por comité» y de mentes obtusas que nunca manejaron una regla y un compás. Y recuerda: a veces sabiendo lo que no hay que hacer se aprende por contraposición lo que sí hay que hacer.

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