Por Nacho Palou — 21 de noviembre de 2012
Ah, globos de helio. Igual sirven para mandar a un tío a casi 40 km de altitud, hacer volar una casa al estilo de la película Up, convertir en astronauta a figuritas de Lego y hacer posible ir de turismo a la estratosfera, entre otras muchas cosas.
Y también para sostener puentes literalmente colgantes, como este de Olivier Grossetête que no tiene finalidad práctica --aunque podría--, sino artística.