Esta enorme sala es un montaje artístico llamado Play en el que se alojan cerca de una decena de sillas autónomas que se mueven solas y bailan siguiendo una coreografía de Madeleine Hollander. Recuerdan un poco a las famosas sillas que se aparcan solas en las mesas de reuniones, pero con más arte.
Es una obra de Urs Fischer que resulta tan curiosa como relajante – aunque las sillas a veces parecen ir cada una por su lado y no estar del todo coordinadas, a diferencia de lo que haría un grupo de bailarinas humanas.
En DesignBoom tienen un vídeo similar en versión «oficial» y con la música original, mucho más vistoso: Autonomously ‘dancing’ office chairs seem to have a life of their own.
Me pareció gracioso que además en Art Fuse tengan este otro vídeo que muestra la realidad de la exposición (en la Gagosian Gallery de Nueva York) frente al límpido vídeo de la presentación: hordas de visitantes rodeando a las sillas, comentando y murmurando, que ni siquiera permiten ver bien lo que está sucediendo. La dura vida no-tan-ideal que sufren las obras artísticas a veces.