El ser humano ha emprendido el viaje en busca de otros mundos, otras civilizaciones, sin haber conocido a fondo sus propios escondrijos, sus callejones sin salida, sus pozos, o sus oscuras puertas atrancadas.
Solaris es una instalación en la que un líquido fluorescente y un ferrofluido se mezclan y se mueven bajo la influencia de un imán cuyos movimientos a su vez están controlados por la actividad cerebral de la persona que lo está usando.
Esta actividad se lee mediante una banda de sensores Epoc de Emotiv que con el software adecuado y gracias a un interfaz creado con Arduino mueve el imán.
Según dicen Julia Borovaya, Edward Rakhmanov y ::vtol:: el objeto reacciona a los estados mentales de las personas que lo usan, pero estas también se ven influídas por lo que ven, con lo que Solaris pasa a ser también parte de ellas.
Cualquiera que haya leído Solaris de Stanislaw Lem entenderá al momento el por qué del nombre de esta instalación; cualquiera que no lo haya leído está tardando en leerlo.
Está en mi lista de tres novelas para empezar con la ciencia ficción, aunque la parte de ciencia ficción importa bien poco en esta novela y en ninguna de las otras dos.
(Lo vi en Wired UK gracias a un enlace que me pasó alguien a quien a su vez había recomendado la novela antes y a quien espero que le haya gustado).
- Solaris en película, versión (en ruso) de 1968.
- Solaris por Andrei Tarkovsky, otra adaptación al cine, más conocida que la anterior.