Por @Wicho — 1 de septiembre de 2022

Mi fascinación con el arte urbano empezó hace casi 30 años durante una visita a Ámsterdam en la que vi mis primeros murales. No recuerdo de quién eran; no recuerdo ni si intenté ver quién los había hecho. Pero tengo claro que plantaron algo en mí que hace que hoy en día cuando planeo un viaje me informe del arte urbano que se puede ver allá a dónde vaya a ir. Así que me encantó descubrir y visitar el museo de arte urbano STRAAT durante una de mis últimas visitas a la ciudad.

Sí, sé que lo de museo y arte urbano es una combinación quizás un poco rara; también lo saben las personas que lo llevan. Pero para mí funciona muy bien lo que han hecho.

La exposición de STRAAT muestra unas 150 obras de algo más de 130 artistas de todo el mundo repartidas en 8.000 metros cuadrados de exposición. Aunque sus fondos tienen más obras, así que van rotando. De hecho el vídeo de arriba está grabado poco después de mi visita y en él salen algunas obras que no vi –o no recuerdo haber visto– cuando estuve allí. Así que el museo siempre merecerá una nueva visita.

Las obras están agrupadas en cinco áreas temáticas:

  • Estética, que explora la búsqueda de formas perfectas en el arte callejero.
  • Persona, que considera el arte callejero como un reflejo del universo del artista.
  • Empatía, que se centra en la forma en que el arte callejero se comunica con su público.
  • Enraizamiento, que revela la conexión entre el arte callejero y su entorno.
  • Conciencia, que muestra el poder del arte callejero para concienciar sobre causas sociales y medioambientales.

Además, hay un área central que cuenta la historia de esta forma de arte.

Son obras de gran formato creadas expresamente para el museo. Y que dentro de él quedan protegidas de lo peor de la intemperie, aunque el edificio dista de ser un entorno controlado. Quedan también libres del maltrato –malintencionado o no– al que están expuestas cuando están en la calle. Cada una tiene una placa que la acompaña en la que habla de su autora o autor y de la obra en sí. El catálogo está disponible en línea. Pero yo sólo lo consultaría a posteriori.

Mural de INO en una de las esquinas del edificio de STRAAT; se ve también la cabina de una de las grúas que antes movían las enormes piezas con las que se trabajaba en el taller
«Available for Rent» de INO – Wicho

El edificio que alberga STRAAT también mola mucho. Es un antiguo taller de soldadura de NDSM, Nederlandsche Dok en Scheepsbouw Maatschappij, los astilleros nacionales holandeses creados tras la Segunda Guerra Mundial pero que llevan muchos años cerrados. Recuperar el edificio –aunque con una intervención comedida– es parte del esfuerzo que se está llevando a cabo para reclamar esa antigua zona industrial para las personas.

De hecho, el edificio tiene su historia: desde 1999 se celebra en la zona un mercadillo llamado IJhallen. En esa época muchos artistas urbanos trabajaban en la zona, el exterior del edificio incluido. Al propietario no le emocionaba, aunque sí le gustaba el trabajo de algunos de ellos, así que les pidió que trabajaran en el exterior del edificio para que tuviera una apariencia mejor. Una cosa llevó a otra, y en noviembre de 2020, con algo de retraso sobre los planes iniciales, se inauguraba STRAAT. Aunque en su exterior y alrededores aún siguen apareciendo obras espontáneas que, si bien no forman parte de la colección del museo, en general también merecen la pena.

Así que, por si no ha quedado claro, recomiendo encarecidamente visitar el STRAAT. Yo llegué poco después de la hora de apertura y tuvieron que echarme casi ocho horas después porque tocaba cerrar. Disfruté como un enano de la visita, hice cientos de fotos –algunas están ya en mi Instagram– y sin duda pienso volver.

Por cierto que en Ámsterdam hay otro museo de arte urbano más. El SAMA, Street Art Museum Amsterdam, Museo de arte urbano de Ámsterdam, sí está en la calle y también mola. Otro día os cuento.

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