Este video-ensayo de Michael Thomas resumen en cinco minutos la historia de las tipografías de palo seco, más conocidas como sin serifas o sin remates (de sans serif). Frente a las tipografías tradicionales más elaboradas y con remates al final de los trazos, las carentes de estos remates se hicieron con un hueco con la llegada del modernismo a principios del siglo XX. Antes de eso se consideraban poco menos que «tipografías ridículas, reservadas para los incultos». ¡Ah, cuánto camino recorrido!
Hoy en día casi todo lo que verás a tu alrededor sin tipografías de palo seco, principalmente porque son las más legibles en condiciones variables (ej. señales de tráfico, cartelería) y las que mejor se adaptan a los tamaños pequeños y las pantallas de ordenadores, tabletas, móviles. Pero también son ideales para los ubicuos logotipos y marcas en general, que inundan a través de la publicidad todos los rincones de la vida cotidiana.
Aunque la Helvética es sin duda el máximo ejemplo de «tipografía perfecta» para el mundo moderno, las tipografías de palo seco llegaron mucho más allá y aunque la mayor parte desciendan de esta magna creación de Max Miedinger en 1957 hay toda una variedad que ha logrado la misma utilidad al tiempo que conseguían mantener su propia «personalidad».
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