Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente con el objetivo de crear historias que «alimenten la mente de ideas».
Optimus Maximus, teclado con pantallas LCD en lugar de teclas serigrafiadas / Art. Lebedev Studio.
Internet es uno de los mejores sitios donde encontrar ideas o prototipos de productos, conocer el trabajo de otros y utilizarlo como escaparate para hacer visibles las propias ideas.
Además, actualmente con la ayuda de los modelos fotorrealistas generados por ordenador –imágenes virtuales con aspecto de fotografía– es fácil comunicar una idea de forma totalmente visual, muy próxima a como podría ser un producto real aunque éste aún no exista.
Algunos estudios de diseño utilizan esta técnica como ejemplo de su creatividad y capacidad de innovación –para enriquecer su portfolio de ideas–; o lo emplean como escenario para conocer las reacciones y posible interés de los usuarios –y potenciales clientes– sin asumir los costes de la producción final.
Es el caso del Art. Lebedev Studio. Fundado a mediados de los años 90 por Artemy Lebedev es un estudio de diseño gráfico e industrial que tiene como lema el diseño salvará al mundo, dispone de su propia constitución y tiene un código de barras por bandera. Si te gustan el diseño industrial y las ideas innovadoras, no dejes de visitar el genial catálogo de productos de este estudio.
Algunos de los últimos conceptos diseñados por Art. Lebedev,
Rozetkus 3D, el enchufe de pared con cinco tomas / Art. Lebedev Studio.
Air Crosswalk, iluminación para pasos de cebra / Art. Lebedev Studio.
Rozetkus power strip, regleta para enchufar con libertad / Art. Lebedev Studio.
Pero del dicho al hecho sigue habiendo un trecho: bocetar un producto no es lo mismo que fabricarlo, y no siempre es tan fácil –siquiera posible– llegar a materializarlo.
De hecho, probablemente el proyecto más conocido del estudio Art. Lebedev es con diferencia el teclado Optimus Maximus que encabeza esta anotación, y que a la sazón sirve como ejemplo de como una idea genial no es suficiente para conseguir un producto de éxito.
Art. Lebedev presentó un prototipo del teclado Optimus Maximus (cuyo nombre de Transformer se lo debe al dios de dioses, Júpiter Optimus Maximus, el mejor y el más grande) a mediados de 2005.
Las imágenes –la idea– corrió como la pólvora por Internet y en poco tiempo se convirtió en uno de los objetos más deseados: un teclado de ordenador en el que se reemplazaban las teclas por pequeñas pantallas LCD que cambiaban su aspecto según la función que cada una de ellas cumplía en cada momento.
Optimus Maximus, teclado con pantallas LCD en lugar de teclas serigrafiadas / Art. Lebedev Studio.
En las fotos de estudio se podía ver cómo el teclado mostraba unos u otros caracteres o iconos según la aplicación que se estuviera utilizando: si era Photoshop las teclas correspondientes a los atajos de teclado mostraban los iconos de las funciones (copiar, pegar, duplicar, aplicar filtro...); si se estaba jugando al –por aquel entonces– popular juego Quake, lo mismo: cada tecla dibujaba la acción, el arma o el objeto correspondiente: granada, rifle, saltar, agacharse,... ¡Era el teclado perfecto!
A raíz de aquella reacción el estudio ruso anunció que estaba pensando fabricarlo y comercializarlo. Pero conforme pasaba el tiempo, en parte debido a los problemas de desarrollo y fabricación con los que se encontró Art. Lebedev, el producto perdía fuerza y el público el interés.
Pronto pasó a la categoría de vaporware. Durante su desarrollo, además de dificultades técnicas, ya se anticipó que el coste económico que suponía el empleo de tantas pantallas LCD de tecnología OLED encarecería notablemente el producto.
De modo que mientras el teclado Optimus Maximus retrasaba su fecha prevista de lanzamiento, desde Art. Lebedev primero sacaron un modelo más pequeño y económico –a modo de teclado auxiliar para conmutar entre aplicaciones– denominado Optimus mini three, que sin embargo ni era el producto que había levantado tanta expectación ni entusiasmó a nadie. Lo mismo con un segundo modelo un poco mayor, el Optimus Aux, que tampoco era lo prometido.
Optimus Mini, pantallas LCD de aspecto personalizable que funcionan a modo de teclas / Art. Lebedev Studio.
Años después de su puesta inicial en escena, finalmente en 2008 vieron la luz las primera unidades. En febrero de aquel año en Engadget tuvieron ocasión de probarlo y concluyeron que teclear con el Optimus Maximus apestaba debido al tamaño excesivo de las teclas y a la fuerte resistencia que ofrecían a la presión: “utilizarlo nos agotó en unos 30 segundos”, concluían.
Actualmente el Optimus Maximus está a la venta bajo pedido en la tienda online del Art. Lebedev Studio por unos 1.400 euros. En realidad mucho antes de estar disponible había perdido su momento y de hecho había sido superado conceptualmente por otro producto del mismo estudio, el Optimus Tactus.
Optimus Tactus, teclado “dibujado” en una pantalla táctil / Art. Lebedev Studio.
La proliferación de las pantallas táctiles había dado lugar a otro boceto fotorrealista más del Siglo XXI. El teclado Optimus Tactus consiste en una pantalla táctil del tamaño de un teclado sobre el que es posible dibujar cualquier tipo de interfaz, desde un teclado convencional totalmente personalizado –en cuanto al diseño de las teclas, su tamaño, separación y disposición–, a un espacio en el que sería posible reproducir películas, dibujar una paleta de color o una ventana de herramientas para seleccionar cada una con un simple toque de dedo.
Aunque Optimus Maximus fue un planteamiento y un concepto innovador que entusiasmó a muchos, demostró lo difícil que puede ser materializar un diseño y superar la prueba del mundo real y del contacto físico. Y que más importante que la idea en sí es la capacidad de ejecutarla satisfactoriamente, en el momento adecuado y superando cualquier expectativa que haya podido suscitar.