Xabier nos hizo llegar un enlace a esta curiosa noticia: El Athletic se ve obligado a dar explicaciones ante la gran confusión generada por el sorteo donde se explica la controversia que se ha generado en torno al sorteo del número limitado de entradas que el Athletic de Bilibao ponía a la venta para la final de la Copa del Rey entre sus socios. El otro día se vieron algunas imágenes en la tele: cómo los socios esperaban el sorteo y se usaban urnas y bolas para elegir unos «números de cabecera» que luego según las normas designaban a grupos de agraciados de las listas de inscritos que habían solicitado una entrada.
Este tipo de sorteos «extraños» pican siempre la curiosidad de los aficionados a las matemáticas y al azar, que no pueden evitar preguntarse aquello de «¿cómo habrán montado el sorteo?» y, lo más importante «¿tenía todo el mundo las mismas probabilidades de ganar?», «¿era matemáticamente justo e igual para todos?». Aquí el problema es que además los números no cuadraban y parecía que al final se habían asignado menos entradas de las que se sorteaban.
Aunque el caso y el sistema son distintos me recordó sobremanera a la famosa discriminación alfabética de la que hemos hablado por aquí alguna vez, que hace que sorteos mal planteados tengan un sesgo importante que favorece o desfavorece a ciertas personas según sus apellidos (esto se refiere a sorteos en los que se alfabetiza a los participantes y se elige una o varias letras del primer apellido para decidir quienes ganan).
La gente de El Correo buscó a un profesor de Matemáticas de la UPV para hacer números e investigar qué había pasado. Lo que no queda claro es si quienes organizaban el sorteo utilizaron también los servicios de algún matemático para asegurarse de que todo iba a ser correcto. Al parecer parece más un problema de cómo se fue informando del proceso que de que haya habido un problema real, porque aunque parece que «faltan» 4.000 entradas, los dirigentes han vuelto a asegurar que todas, todas, irán a los socios.
Actualización (17 de abril de 2009): Al final se aclaró un poco el asunto y el cabeza de turco fue el tradicional «error informático».