Por @Alvy — 4 de septiembre de 2007

(CC) Gabre Rebra / Unsplash

¿Puedes perder todo tu dinero en el casino y echarle la culpa a la química de tu cerebro y a las medicinas que te recetaron?

Aparentemente sí.

Leyendo El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable de Nassim Taleb me crucé con una curiosa afirmación sobre el efecto de la dopamina en algunas funciones del cerebro, que la relacionan directamente con el reconocimiento de patrones en datos aleatorios, y también con el escepticismo, que es simplemente una forma de pensar o filosofar.

La dopamina es un neurotransmisor que regula algunas emociones, los sentimientos de placer, la motivación y las adicciones, entre otras. Está relacionada con la adrenalina de forma cercana. Se genera de forma natural y varía de unas personas a otras; los desarreglos en los niveles de dopamina se dan en enformos de Parkinson, esquizofrénicos, síndrome de déficit de atención y otros enfermos mentales.

En el libro se cuenta lo siguiente: al parecer a medida que aumenta la concentración de dopamina en el cerebro, también aumenta la capacidad mental de reconocimiento de patrones. El cerebro utiliza esa capacidad para muchas cosas, tales como reconocer caras y personas, ver objetos, disfrutar de la música, resolver un puzzle o adivinar el siguiente número de la secuencia 2, 4, 8, 16, 32… En cierto modo, los seres humanos somos excelentes máquinas de reconocimiento de patrones. Pero un exceso en esa capacidad de reconocimiento no siempre es necesariamente bueno: no es de mucha utilidad ver la imagen de la Virgen de Guadalupe en una tortilla, encontrar teorías conspiratorias tras cualquier texto o sentirse perseguido por todo el mundo y sus planes oscuros.

A los enfermos de Parkinson, que suelen tener una concentración de dopamina al 50% de lo normal, se les inyecta a veces L-dopa (levadopa), que es una sustancia con dopamina. El libro menciona que se ha visto que a las personas sanas a las que se les inyecta este fármaco bajan su «umbral de escepticismo» y a veces empiezan a ver «patrones» en todas partes y disminuye el umbral de su suspensión de la incredulidad.

Esto lleva a pensar que una persona con ese desajuste podría creerse con «poderes mágicos» para reconocer patrones en secuencias de números cuando en realidad no los hay, sentirse capaces de predecir cosas, o también ser vulnerables a todo tipo de supersticiones y creencias como la astrología o las cartas del tarot.

Algunas drogas como la cocaína afectan al sistema dopaminérgico de forma similar y pueden producir trastornos parecidos como sensación de euforia, control y capacidad de «ver cosas y patrones» donde una persona normal no los ve. Algo parecido y cercano a los efectos de los yonkis de la adrenalina que buscan consciente o inconscientemente «emociones fuertes». Incluso hay un término para describir este tipo de experiencias: Apofenia.

Según el libro, un paciente con Parkinson al que inyectaron L-dopa se arruinó en el casino convirtiéndose en un jugador compulsivo. Dijo que había perdido todo su dinero al creer que podía reconocer patrones en los números aleatorios de los juegos. Como eso sudeció en Estados Unidos, demandó a los médicos por 200.000 dólares culpándoles de haberle convertido en un ludópata con ese tratamiento. Todo un WTF neuroquímico.

El resumen de ese capítulo del libro es que al parecer cuanto más bajos están los niveles de dopamina, de forma más «escéptica» suele comportarse la persona; cuando sube (ya sea de forma natural o artificial, por ejemplo, con inyecciones de L-dopa) el «nivel de escepticismo» baja y puede tener consecuencias curiosas, llegando a ser alarmantes o peligrosas. Eso sí, para ser claros: no se habla de una relación directa más allá de lo anecdótico; no es nada concluyente sobre si las personas con niveles de dopamina normalmente bajos o altos son en general las escépticas o las «crédulas» (aunque pudiera parecer una explicación química de algunos comportamientos humanos, esas cuestiones no suelen ser tan simples y suele haber involucrados muchos otros factores). Lo que está claro es que todo esto le da otra acepción interesante a la expresión «estar dopado».

Algunos trabajos donde se habla de esto son Relative Suppression of Magical Thinking [PDF] sobre la apofenia y la «percepción de sonidos con sentido en el ruido», Right hemispatial inattention and magical ideation y especialmente Levodopa reverses gait asymmetries related to anhedonia and magical ideation que es el trabajo citado en el libro de Taleb. También se puede ver en Paranormal beliefs linked to brain chemistry una explicación de algunos de estos experimentos, especialmente en el que le inyectan L-dopa a un grupo de 20 escépticos y 20 «creyentes», con curiosos resultados.

{Disclaimer: no soy un experto en nada de esto, así que no puedo contar mucho más al respecto que lo que he leído y dar las referencias. Simplemente me hizo gracia la historia del tipo del casino y me pareció muy curiosa la explicación del libro.}

{Foto (CC) Gabe Rebra @ Unsplash}

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