Me encontré en un tuit de @mezvan esta interesante gráfica sobre las probabilidades de morir a lo largo de la vida. Buscando algo más sobre su origen la vi mencionada en la ley de la mortalidad de Gompertz-Makeham y otros lugares. Ojo porque es una gráfica logarítmica, de modo que la zona de probabilidad del eje vertical entre 1 y 0,5 (primeras dos líneas de trazos) es en realidad igual de grande que entre 0,5 y 0 (abajo del todo). El eje horizontal marca las diferentes edades de una persona – probablemente de Estados Unidos (he visto otras de Canadá y son similares). Y la probabilidad va de 0 a 1 (100%, muerte segura) como es habitual.
En la gráfica puede verse el conocido efecto de que la mortalidad en el primer año de nacimiento sea relativamente alta –casi tanto como para los adultos de 54-55 años– y baje poco a poco hasta los 11-13 años. Esto se debe a que el momento del nacimiento es crítico –y antiguamente lo era mucho más– y cierto número de bebés mueren durante el parto o debido a complicaciones de diversos tipos al poco de nacer.
El mínimo (menor probabilidad de morir) se alcanza en la preadolescencia. De hecho se dice ya había oído por ahí que la edad más «segura» para los niños es entre 11-13 años. No sé qué parte tendrá que ver con las enfermedades; pero otros factores a parte a esa edad son suficientemente mayores como para ser autónomos e incluso salir de situaciones complicadas por sí mismos (por ej. ya saben nadar, pedir ayuda o no perderse camino de casa).
El resto es una estupenda pendiente cuesta abajo (en este caso «cuesta arriba») desde el 0,1% de probabilidad de morir con 30 años hasta el 100% cerca de los 100 años de edad, con un curioso acelerón repentino justo en los últimos años. Lo que no se ve en el gráfico debido a que es logarítmico es que esa cuesta es sumamente empinada y aumenta a toda velocidad – aunque, bueno, todo en la vida es relativo.
A todo esto, la mencionada «ley de la mortalidad de Gompertz‑Makeham» viene a decir –de forma simplificada, y sólo para el rango entre 30 y 80 años– que esa curva que indica la probabilidad de morir tiene un crecimiento exponencial.
En los límites de la gráfica llega la parca y FIN, se acabó. Me recordó a la forma en que funcionan los micromorts (un unidad que mide la «probabilidad entre un millón de morir en cada momento» según diversos factores personales).
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Mirando cosas por ahí encontré que el récord de longevidad «comprobado» (anecdóticos y sin comprobar son innumerables) lo tiene Jeanne Calment, una mujer francesa que murió con 122 años en 1997. El récord actual de «persona más longeva» lo tiene la señora Nabi Tajima, de Japón, que nació en 1900 y tiene 117 años (118 en agosto). Además es la única persona que todavía vive en siglo XXI habiendo nacido en el XIX. En España hace unos días murió Francisco Núñez con 113 años, que también tenía el título en ese momento de «hombre más anciano del mundo».
¡Ah! En 2018 hemos llegado a un punto en el que lo normal para los bebés que nazcan este año sea llegar a ver el año 2100-2101 (con una esperanza de vida de ~83 años más o menos, lo normal sería que incluso aumentara) lo cual quiere decir que empezamos a estar rodeados de pequeñajos y pequeñajas que vivirán en el siglo XXII. Recuérdaselo como dato simpático a sus progenitores la próxima vez que te enseñen un bebé: les dejará flipados.
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