Hace poco expresé mi sorpresa respecto al reciente fenómeno del joven de 16 años que ganó millones en la Copa del Mundo de Fortnite, hecho que algunos consideraban más rentable que deportes como el Tour de Francia, al menos en los titulares de algunas noticias. Ahí van mis reflexiones al respecto:
El hecho de que un deporte o espectáculo genere para quienes participan más o menos dinero no está relacionado con la valía de los participantes sino con la rentabilidad del espectáculo. Y si no que se lo digan a los miles de federados en deportes minoritarios o incluso a las participantes de cualquier deporte femenino equivalente a otro masculino «de masas». El caso del fútbol femenino ha sido analizado recientemente: mientras que la Copa del Mundo de 2018 generó 6.000 millones de dólares y repartió el 7 por ciento entre los equipos, la Copa del Mundo femenina de 2019 generó sólo 131 millones y aunque repartió el 20 por ciento las jugadoras se quejan de la brecha salarial: las primas para el equipo masculino fueron de 5 millones por perder en la ronda 16, mientras que para el femenino fue de 1,7 millones por ganar todo el torneo.
Volviendo al Fortnite, en el intercambio de ideas surgieron algunas cuestiones: ¿es un juego más de suerte o de habilidad? La habilidad claramente sea un factor relevante, pero no sé si el más importante en este caso. ¿Cómo influye el hecho de que cualquiera pueda participar y que hubiera 40 millones de personas participando en el torneo? Es algo muy diferente de los deportes convencionales. Incluso en un torneo abierto de tenis o golf no participan más de 100 o 200 personas y es difícil llegar a ellos.
¿A qué se parece?
¿Se parece más el torneo de Fortnite a un torneo de póker (suerte+habilidad)? Consideremos el World Series of Poker. Este año se presentaron 28.371 participantes para el evento principal, cada uno de los cuales paga 10.000 dólares por sentarse a la mesa. Si la suerte influye, no parece hacerlo demasiado: jugadores cono Hellmuth, Brunson o el mítico Johnny Chan han ganado el evento principal dos veces y tienen 10 ó 15 brazaletes o «victorias de prestigio» equivalentes. Es un juego en el que hay muchos eventos en varias regiones: Europa, América, Asia-Pacífico, etcétera. El premio por cierto son 10 millones de dólares y también se retransmite por televisión y atrae a grandes audiencias.
¿Se parece quizá a una lotería? Con premios millonarios y una probabilidad pequeña de resultar ganador tiene cierto parecido. No digo que sea 1 entre 40 millones, pero incluso siendo el más experto y hábil de cada 1.000 o 10.000 jugadores hay tanta gente que la probabilidad aumenta sólo hasta 1 entre 40.000 o 1 entre 4.000. El caso es que quien resulte ganador en Fortnite recibe millones en forma de premio, hay una gran audiencia y aparece en las noticias. Casi, casi igual que los afortunados del Sorteo de Navidad, con una audiencia millonaria por radios y televisiones, o como las noticias acerca de quienes ganan millones en alguna lotería espectacular, si acaso los encuentran.
¿Es más como los concursos de la tele? Tenemos reciente el ejemplo de Boom, donde un equipo ganó 6,6 millones de euros por contestar preguntas de cultura general, casi, casi, pura habilidad. Eso sí, el 45-52% será para Hacienda, aunque alguno de los del equipo no está muy de acuerdo (es más que el ~20% que recibe Hacienda por otros premios de azar como las loterías)
Las comparaciones son odiosas (y complicadas)
Está claro que en muchos aspectos no son cosas comparables, pero el artículo original que llamó mi atención abría con esa gran comparación (Fortnite vs. Tour de Francia). A raíz de eso curioseando por ahí he encontrado sitios en los que se intenta comparar todo tipo de cosas de una forma parecida. Un ejemplo puede verse en la entrevista Is Your Manager Skillful… or Just Lucky? del Wall Street Journal, donde se intenta explicar si la gestión de fondos y e invertir en bolsa es cuestión de «suerte o conocimiento» (habilidad).
Allí se menciona La ecuación del éxito, un libro de Michael Mauboussin muy citado en varios sitios cuando se habla de estas cuestiones. Parece más o menos técnico, aunque tiene un título que tira pa atrás. De sus páginas proviene el gráfico que intenta comparar diversas actividades situándolas en una línea recta que va de la «pura suerte» a la «pura habilidad»; de la ruleta al ajedrez. Otro clásico al respecto es el artículo The Superinvestors of Graham-and-Doddsville de Warren Buffett, donde argumenta en que los resultados de la inversión en «valor» y estrategias fundamentales en la bolsa está muy por encima de los resultados que puedan atribuirse a la pura suerte.
El punto exacto en el que situar cada actividad (juego, deporte) dependen de diversos factores, algunos medibles y otros no tanto. Matemáticamente sabemos que el juego de la oca o el Serpientes y escaleras son 0% habilidad (tristes juegos deterministas) y en cambio el ajedrez es 100% habilidad (y Magnus Carlssen te va a machacar sí o sí). Pero, ¿qué porcentaje de suerte hay en el fútbol y el baloncesto? Incluso con grandes cantidades de información y aplicando la ciencia de datos es difícil saberlo. Se pueden tener en cuenta la varianza y otros factores. Como explicaba el propio Mauboussin, es más importante la varianza en la habilidad que la habilidad absoluta, por eso a veces la suerte influye más de lo que parece, y uno de los casos son precisamente los mercados de valores.
Un punto importante es el que explican en A Wealth of Common Sense y que también procede del libro. Para distinguir si algo es suerte o habilidad basta preguntarte si puedes jugar y perder a propósito. En la ruleta o en la oca claramente no puedes, luego es cuestión de suerte. En el parchís u otros juegos de mesa, puedes intentar perder y casi seguro que lo conseguirás. En el ajedrez, Boom o Pasapalabra seguro que sí y en el póker también, así como en el tenis o el golf, o el Tour de Francia. En estos últimos la suerte no influye tanto, pero sí de diversas maneras. Y en el caso de formatos «tipo torneo» como las series de póker incluso si todos jugaran a perder alguien ganará cada mano. ¿Y en los mercados de valores, debemos fiarnos de los gestores o de su suerte? ¿Se puede invertir en bolsa para perder? Ahí ya no está tan clara la cosa.
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Lo cual nos lleva de vuelta a algunas de las cuestiones originales: ¿es Fornite más o menos cuestión de suerte que de habilidad? ¿Y en comparación con el Tour de Francia? ¿Más espectáculo y rentabilidad que un deporte tradicional? Puede ser. ¿Más ingresos y mayores premios? Eso parece, y con el tiempo es posible que casi seguro ¿Más mérito, más habilidad que un deportista y algo en lo que la suerte tenga poca influencia? Definitivamente creo que no es el caso.