Benn Jordan explica estupendamente en este vídeo no sólo por qué 194 dB es el sonido más fuerte que puede existir sino también montón de cosas relacionadas con el asunto, que van desde lo absurdo de la pregunta ¿Cuál es el sonido más fuerte? a la percepción humana del sonido o la explosión del volcán Krakatoa allá por 1883.
El límite de 194 decibelios tiene que ver con que a partir de ese límite las ondas de presión que componen el sonido comenzarían a destruirse, de modo que no tiene mucho sentido hablar de más allá de ese valor. Valor que además, como es sabido, se refiere a una escala logarítmica –aunque un poco de aquella manera, como sabiamente también apunta– y que está directamente relacionada con la percepción humana, no con un valor absoluto universal como en otros campos de la física. «Una auténtica mierda de perro» eso de la percepción humana del sonido, en su experta definición.
Lo mejor de todo es que lo explica de forma muy fácil de entender para lo complicado que es el asunto: sonido que son ondas de presión que se transmiten a través del aire en la atmosférica, un mecanismo auditivo que convierte eso en algo que nuestro cerebro de reptil puede «entender», escalas arbitrarias… También lo adereza al principio con el clásico: también depende de lo que estemos intentando medir, aunque ahí prefiere no pisar más jardines, porque como dice, es como preguntar el «tamaño del Sol» y estudiar todas las posibles respuestas (ninguna igual).
Me ha encantado por lo didáctico y también por su estilo ágil e informal sin caer en lo estrambótico, especialmente explicando asuntos como la Ley de Weber-Fechner de la magnitud de los estímulos físicos y su percepción, el por qué la escala de los decibelios no tiene un cero absoluto (porque es «relativa» para cada persona, aunque fijada al 0 dB = 20 micropascales para los humanos) o cómo puede haber sonidos más fuertes bajo el agua (hasta 270 dB, y por eso las ballenas se pueden comunicar a largas distancias).
Respecto a la pregunta original y el límite de los 194 dB también aclara que para los humanos a partir de 150 dB ya da todo igual porque se te rompería el oído interno y hacia los 185 dB morirías por daños cerebrales debido a la presión. La explosión de la erupción del Krakatoa se midió a unas 100 millas como de 174 dB, y causó la muerte de unas 36.000 personas y daños importantes a muchos miles a cientos de kilómetros de allí, además de los tsunamis.
(Vía Kottke.)
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