Acabo de llegar de una pequeña celebración en la que conmemoramos que la Casa de las Ciencias, germen y en la actualidad parte de los Museos Científicos Coruñeses, ha cumplido hoy veinte años.
A nadie le extraña ya que un ayuntamiento decida abrir un centro de ciencia, pero en su momento la Casa de las Ciencias fue el primer centro de este tipo de titularidad pública de España, y su arranque se enfrentó con no poco escepticismo por parte de muchos que se preguntaban qué demonios hacía un ayuntamiento metiéndose en un fregado así.
Afortunadamente, con el tiempo han tenido que reconocer que se equivocaban, y no sólo eso, sino que han tenido que ver cómo otros ayuntamientos recogieron el testigo y cada vez aparecen más y más centros similares, que ya no se cuentan con los dedos de las manos.
No pretendo ni puedo hablar por todos los que trabajamos en mc2, pero por la parte que me toca, y creo que también por la de muchos otros, el trabajo que hacemos me recuerda esa historia, seguro que apócrifa, de un rey que visita las obras de construcción de una catedral, se acerca a unos canteros, y le pregunta a uno de ellos qué está haciendo, quien le contesta
¿No lo ve? Estoy picando piedra.Se acerca a un segundo, al que le pregunta lo mismo, y éste le contesta
Pues estoy haciendo un capitel que va a ir en una de las columnas de la nave principal, que cuando esté terminada va a ser preciosa.Repite la pregunta al tercero y este le dice
Estoy haciendo una catedral.Yo quiero creer que de nuestras salas van a salir la próxima Marie Curie, el próximo Albert Einstein, o un futuro Severo Ochoa. O los tres.
Y aún a riesgo de que mi jefe lea esto, es un trabajo apasionante.