Ayer mismo se publicaba el trabajo An interstellar origin for Jupiter’s retrograde co-orbital asteroid de la astrónoma Fathi Namouni y de la estadística Helena Morais. El abstract dice:
El asteroide (514107) 2015 BZ509 fue descubierto recientemente en la región co-orbital de Júpiter con un movimiento retrógrado alrededor del Sol. La conocida dinámica caótica del sistema solar exterior ha impedido hasta ahora la identificación de su origen. Aquí, realizamos una búsqueda estadística de alta resolución de órbitas estables y mostramos que el asteroide (514107) 2015 BZ509 ha estado en su estado orbital actual desde la formación del Sistema Solar. Este resultado indica que (514107) 2015 BZ509 fue capturado del medio interestelar hace 4.500 millones de años, […]. Este resultado también implica que actualmente hay más asteroides extrasolares presentes en el Sistema Solar en órbitas casi polares.
2015 BZ509, Be–Zeta para los amigos, es ciertamente un asteroide peculiar, ya que a diferencia del 99,9 por ciento restante de los objetos que orbitan el Sol gira alrededor de éste en el sentido de las agujas del reloj. Además tiene la suerte de que su órbita se cruza con la de Júpiter dos veces por cada revolución completa del planeta de tal modo que el tirón gravitatorio de éste ayuda a estabilizar su órbita.
Pero de ahí a poder afirmar que viene de fuera del sistema solar –al estilo de 'Oumuamua, aunque éste no se haya quedado– hay un trecho.
Namouni y Morais hicieron un análisis estadístico de un millón de objetos simulados con órbitas similares pero no iguales a las de Be–Zeta y descubrieron que la inmensa mayoría de ellos duran muy poco tiempo y o bien caen en el Sol o son expulsados del sistema solar. Pero 46 de ellos mantuvieron una órbita estable durante los 4.500 millones de años de la simulación, y 27 de ellos en una órbita muy similar a la de Be–Zeta.
Siempre según ellas para que los humanos hayamos llegado a descubrir Be–Zeta el asteroide tiene que haber permanecido en una órbita estable desde la formación del sistema solar, porque de otra forma sería uno del casi millón de asteroides absorbidos por el Sol o expulsados hacia las estrellas.
Pero luego en un salto un poco mortal y sin red dicen que como los modelos de formación de planetas que manejamos no pueden producir un asteroide con la órbita de Be–Zeta este tiene que ser de origen extrasolar. Y también que tiene que haber más objetos en el sistema solar que hayan resultado capturados al pasar cerca del Sol.
Sólo que otros astrónomos dicen que, aparte de que Namouni y Morais no han modelado el proceso de captura, hay más explicaciones que pueden encajar con su órbita, sin ir más lejos que sea un cometa inactivo que haya quedado en esa órbita debido a sus interacciones en el pasado con el Sol y los planetas. Y es que no es raro ver cometas que giran en el mismo sentido que Be–Zeta, como por ejemplo el mismo cometa Halley. O que un grupo de objetos que pasaron por o cerca del sistema solar hayan modificado la órbita de Be–Zeta en el pasado para convertirla en la que tiene hoy en día. O incluso que la influencia del Planeta Nueve –suponiendo que exista– pueda ser la responsable.
Además, no hay que olvidar que el resultado al que llegan las dos astrónomas sale de una simulación, con lo que lo razonable sería decir que el estudio sugiere que Be–Zeta tiene origen interestelar. Pero ellas lo afirman: «Esto implica que 2015 BZ509 fue capturado del medio interestelar».
Y la ciencia es muy poco dada a certezas.
Las opiniones «disidentes» las he encontrado en This bizarre, backward asteroid might be a visitor from another star y en Is an Interstellar Asteroid Trapped Near Jupiter? Get the Facts.
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