Desarrollado por Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, Crispr –más exactamente Crispr/Cas9– es un método de edición de ADN extraordinariamente potente que, no en vano, les ha servido a sus creadoras para hacerse con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 2015.
Es, por decirlo así, como una especie de editor de textos que permite a los científicos cortar y pegar segmentos de ADN con una facilidad, rapidez, y precisión antes imposibles.
Usando esta técnica cabe la esperanza de que aprendamos a modificar nuestro ADN para nuestro beneficio. Aunque también hay que usarla con precaución, ya que como dice Jennifer Doudna en este vídeo disponer de una herramienta como esta nos puede hacer sentirnos con superpoderes y que nos dé por crear «humanos de diseño». Y como bien decía el tío Ben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Editar ADN humano es justo lo que pretende hacer un equipo de médicos chinos, que está listo para emprender un ensayo en el que modificarán el ADN de los linfocitos T de diez pacientes con un cierto tipo de cáncer de pulmón que se ha extendido a otras partes del cuerpo y que ya no responde al tratamiento con fármacos, tal y como se puede leer en First CRISPR trial in humans is reported to start next month.
Su objetivo es eliminar de estos la secuencia de ADN que produce una molécula denominada PD-1, presente en la membrana de estos linfocitos y que muchos tumores aprovechan para «conectarse» a estos y desactivarlos.
Si las cosas salen como piensan –hay un cierto temor a que la comunidad científica esté siendo un poco demasiado optimista con la precisión del método Crispr– los linfocitos editados serían inmunes a este truco del tumor y volverían a luchar contra él una vez inyectados en los pacientes.
Otro equipo en los Estados Unidos está pendiente de iniciar un estudio similar, aunque todavía quedan trámites por hacer, con lo que es previsible que aún pasen meses antes de que puedan ponerse manos a la obra con sus 18 pacientes.
Hay que tener en cuenta que esos ensayos son, en cualquier caso, ensayos de fase 1. Esto quiere decir que su objetivo es estudiar su toxicidad, efectos secundarios, y posibles efectos biológicos. Sólo si salen bien cabría pasar a ver si realmente estos tratamientos son efectivos para la lucha contra el cáncer, y para eso aún pueden pasar años.
(Vía Guillermo Peris).