Las ya famosas líneas de ladera recurrentes en Marte
El anuncio de la NASA del pasado lunes de que había encontrado (de nuevo) agua en Marte, o pruebas bastante fuertes de que en ciertas condiciones en algunas zonas el subsuelo puede humedecerse con una solución extremadamente salada de percloratos vino, inevitablemente, acompañado de especulaciones sobre la vida en Marte.
La vida, al menos tal y como la conocemos, necesita agua, por aquello las misiones espaciales «siguen el agua».
Pero el agua que puede haber en Marte es demasiado salada para soportar vida, de nuevo tal y como la conocemos.
De hecho el proceso que los científicos creen que le permite aparecer en Marte se llama delicuescencia y se produce cuando ciertas sales, muy afines al agua, absorben mucha, formando una solución líquida y extremadamente salada.
En el caso del proceso que creemos que sucede en Marte sería aún más salada que el agua del lago Don Juan, un lago situado en la Antártida que con un 40% por ciento de salinidad es el cuerpo de agua más salado de la Tierra y en el que no viven ni extremófilos.
Así que parece poco probable que el agua que causa las líneas de ladera recurrentes pueda soportar vida; de hecho el trabajo publicado en Nature del que viene todo esto lo dice así: «Si las LLR están realmente formadas por delicuescencia de sales percloradas, podrían hacer que cerca de la superficie de Marte aparecieran zonas mojadas, aunque la actividad del agua en las soluciones percloradas podría ser demasiado baja para soportar vida terrestre tal y como la conocemos».
Pero aún así, el que hayamos encontrado agua ya varias veces en Marte en distintas formas supone un problema para la investigación espacial.
Desde 1967 está en vigor el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, que entre otras cosas prohibe enviar misiones a ninguna zona en la que pueda haber agua por miedo a contaminarla con vida terrestre.
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Para evitar esto todas las sondas y rovers que han aterrizado en Marte iban convenientemente desinfectadas, pero el problema es que nadie está muy seguro de hasta que punto hay que desinfectarlas. Y el bicherío terrestre puede ser muy resistente, como por ejemplu unas bacterias expuestas al espacio en el exterior de la Estación Espacial Internacional durante un año y medio que sobrevivieron tan tranquilas.
Así que hay zonas de Marte a las que, en virtud del tratado, ya no podemos acceder.
Y la risa va a ser cuando queramos enviar seres humanos a Marte, pues no hay manera de desinfectarnos del todo.
Enceladus and Saturn [colorized] Saturno y Encélado a contraluz -
El Tratado es también algo a tener en cuenta de cara a diseñar una misión que explore el mar subterráneo de Encélado, un entorno que, por paradójico que pueda parecer, tiene pinta de ser mucho más amigable que la superficie de Marte en la actualidad para el desarrollo de la vida.