Impresión artística del choque entre Tea y la Tierra - NASA
Del departamento de «no me da la vida para más», algunos resultados recientemente publicados de estudios que nos permiten saber unas cuantas cosas más acerca de la Luna:
Por una parte, según se puede leer en Nuevas pruebas de que la Luna surgió del gran choque entre Theia y la Tierra, un equipo de investigadores alemanes aporta nuevas pruebas que apoyan la teoría de que la Luna se formó por el impacto de un astro de un tamaño similar al de Marte contra la Tierra conocido como Tea.
Estos resultados se basan en el análisis de los isótopos de oxígeno –los tipos de oxígeno, para entendernos– presentes en las rocas lunares y terrestres.
Estudios anteriores no habían detectado diferencias entre ambos, lo que restaba fuerza a la teoría del impacto, que en cualquier caso es la que goza de más aceptación, pues si la Luna procede de los restos de un cuerpo distinto a la Tierra, al menos en parte, su composición no puede ser la misma que la de esta, pero nuevos instrumentos más sensibles han permitido detectar finalmente esa diferencia.
Otra cosa que hemos aprendido es que, tal y como cuentan en From today, the Earth is around 60 million years older—and so is the Moon, la Tierra y la Luna son unos 60 millones de años más viejas de lo que pensábamos, 20 millones de años arriba, 20 millones de años abajo.
En este caso el estudio que permite afirmar esto es de unos científicos de la Universidad de Lorena en Nancy, que analizando los isótopos de xenón presentes en muestras de cuarzo tomadas en Australia y Sudáfrica con una antigüedad datada entre 3.400 y 2.700 millones de años han podido calcular con más precisión el momento de la formación de la Tierra y del impacto que formó la Luna.
Los resultados se basan en la proporción de los distintos isótopos de xenón presentes en esas rocas, proporción que cambia a lo largo del tiempo.
Finalmente, según resume Daniel Marín en ¿Por qué la cara oculta de la Luna no tiene ‘mares’?, parece haber una nueva explicación a la gran diferencia que hay entre la cara de la Luna que vemos desde la Tierra y la que nunca vemos.
La idea propuesta es que tras el impacto de Tea contra la Tierra la Luna estaba mucho más cerca de la Tierra que ahora, por lo que el calor que irradiaba de nuestro planeta tras el impacto –se calcula que la superficie de la Tierra estaba a unos 8.000 grados celsius– impidió que en la cara de la Luna que apunta a esta se formara una corteza tan gruesa como en el otro lado.
Por eso, con el tiempo, y con los terremotos lunares, en la cara visible de la Luna el magma llegó a la superficie formando los mares que hoy conocemos, mientras que en la cara oculta nunca llegó a salir a la superficie, y por eso no hay mares.