Recordatorio: todos morimos.
DeathRiskTakings.com [Actualización: ese sitio web ya no existe; en toda una ironía cósmica, ha muerto, así que lo que se ve aquí es una versión archivada por Archive.org], de la Carnegie Mellon, es una calculadora sobre la «probabilidad de morir». Es muy completa y detallada, aunque hay que dedicar algo de tiempo a entender cómo funciona. Contiene datos con una amplia segmentación demográfica: edades, sexos, regiones y también sobre las distintas causas: tipos de enfermedades y otras. Y trabaja con datos específicos de Europa por países (además de Estados Unidos).
La calculadora puede responder a preguntas del tipo: ¿Cuál es la probabilidad de que una mujer europea de 38 años muera durante el año que viene, por cualquier causa? La respuesta es: 845 microMorts (un microMort lo definen como «una probabilidad de morir entre un millón») así que el equivalente sería 1 entre 1.200, aproximadamente. ¿Y de que un hombre de 60 muera en los próximos 5 años debido a cualquier tipo de cáncer? 1 entre 34 (un 3%). Jugando con la calculadora se puede ver cómo predice más o menos razonablemente que el 17% de los hombres de 45 morirán antes de jubilarse a los 65.
El lector promedio de Microsiervos es un hombre español de entre 25 y 34 años. Según esa calculadora, la probabilidad de que una persona de esas características muera de aquí al año que viene es de 1 entre 1.000, más o menos. Comparativamente, eso es mucho más probable a que toque el Gordo de la Lotería de Navidad (1 entre 85.000)… aunque todo el mundo guarda cierta esperanza respecto a lo último y prefiere ignorar lo primero. Hay quien ha calculado que incluso si juegas a la Lotería Primitiva de toda la vida sellando el boleto una hora antes del sorteo, es más probable que mueras en esos 60 minutos a que disfrutes del premio si es que acaso te toca.
Por otro lado, el Consejo de Salud estadounidense actualizó sus datos a 2010, así como su tradicional infografía que incluye el dato de cuál es la probabilidad de que te parta un rayo. Se puede ver en The Odds of Dying, aunque la visualización de National Geographic es mejor: Ways to Go (2007). Para un rayo es de 1 entre 81.000 (hace cuatro años era casi el doble de probable o, visto de otra forma, murió el doble de gente por esa causa). Morir porque te pique una abeja es algo tan improbable como 1 entre 63.000 y siendo víctima de un terremoto lo calculan (viviendo en Estados Unidos) en 1 entre 153.000.
En cambio de enfermedades del corazón muere en 1 de cada 6 personas y de algún tipo de cáncer 1 de cada 7, aunque esto sí que varía más de un país a otro. En estos cálculos se emplean simplemente los datos del censo: la población del país, cuánta gente murió en total durante el año anterior y las causas de esas muertes, detalladas según un sistema de clasificación internacional. (Aclaro que los datos aquí explicados corresponden a Estados Unidos, para que no haya confusiones. En INEbase / Sociedad / Salud se puede acceder a los datos de España).
Si se combinan todos estos valores con la Ley de Gompertz de la mortalidad humana, tal y como explicaron en el blog Gravity and Levity, la cosa empieza a ponerse más divertida… al menos para quienes gusten del humor negro, las estadísticas y la probabilidad.
Esta ley, enunciada por Benjamin Gompertz casi hace dos siglos, se parece un poco a la conocida Ley de Moore. Viene a decir que, sea cual sea la probabilidad de morir que una persona tenga en un momento dado de su vida, esa probabilidad se duplica cada ocho años. Es lo que se llama una «ley empírica», que coincide con los datos observados, aunque nadie sabe muy bien por qué.
En el artículo ponen un ejemplo: para un norteamericano de 25 años, la probabilidad de morir es de 1 entre 3.000, pero pasará a ser de 1 entre 1.500 (el doble) cuando la persona tenga ocho años más, es decir, 33. Posteriormente será de 1 entre 750 cuando tenga 42 años, y así en inexorable progresión: a los 50 es de 1 entre 375, a los 58 de 1 entre 187, a los 66 de 1 entre 93, a los 74 de 1 entre 46 y cuando sople 82 velitas de 1 entre 23: aproximadamente un 4%. Uno de los lectores del artículo diseñó un simpático simulador simplificado de la Ley Gompertz.
Estos números son aproximaciones y para nada una ciencia exacta. Como es comprensible varían de persona a persona según su estilo de vida, las actividades que realiza e incluso la predisposición genética a cierto tipo de enfermedades. Si los valores varían mucho o poco es debatible, dependiendo de lo que cada uno considere mucho y poco. Pero en cualquier caso la Ley de Gompertz parece implacable: la probabilidad de morir aumenta exponencialmente a cada segundo de tu vida que pasa. Por mucha salud o suerte que uno tenga, nunca podrá superar ese 99,9999…% de probabilidades de morir que llegará algún día. Tal vez sea una bendición que nuestro cerebro no sea gran cosa comprendiendo realmente a fondo lo que suponen los crecimientos exponenciales, o estaríamos todo el día agobiados dándole vueltas a esto.
Alguien dijo una vez una gran verdad: los seres humanos estamos condenados a morir desde el momento en que nacemos. En cierto modo es como lo que les sucedía a nuestros amigos los replicantes: nacemos con una especie de fecha de caducidad, y aunque podemos hacer algo para moverla un poco arriba o abajo, el final es inevitable. Exponencialmente inevitable. Game Over.
Agradecimientos a EC-JPR y Zifra por la revisión de la anotación, los datos y sus aportaciones en forma de enlaces y aclaraciones. {Foto: (CC) Tibchris @ Flickr}