Por @Wicho — 14 de febrero de 2011

La tecnología actual no nos permite enviar una misión tripulada a Marte, tanto desde el punto de vista del coste, que ninguna nación o grupo de naciones quiere asumir, como desde el punto de vista técnico, pues ya nos resulta bastante difícil sondas no tripuladas allí, como atestigua el hecho que de hayamos perdido varias en el intento.

Sin embargo, desde junio de 2010 está en marcha Mars500, una misión tripulada a Marte simulada en el Instituto para Problemas Biomédicos de Moscú en la que seis tripulantes de distintas nacionalidades están encerrados en unas instalaciones que simulan una nave espacial con destino a Marte, un módulo de descenso, e incluso parte de la superficie de Marte.

Módulos del proyecto
Plano de los módulos. EU-50 es el simulador de la cápsula de descenso a Marte. EU-150 es el módulo principal, que incluye seis camarotes individuales. EU-100 es el laboratorio médico. EU-250 se utiliza como almacen y en él hay instalado un invernadero. La bóveda naranja es el simulador de la superficie marciana

En concreto, se trata de un terreno de unos 10×6 metros cubierto de arena rojiza y con un relieve similar al del cráter Gusev en el que aterrizó Spirit, el rover de la NASA, en enero de 2004.

Después de unos ocho meses de viaje el pasado día 8 Alexandr Smoleevskiy, de Rusia, Diego Urbina, de Italia, y Wang Yue, de China abordaron el módulo de aterrizaje, de 6,3 × 6,17 metros, y se posaron sobre el Marte simulado cuatro días más tarde.

Tras las pertinentes comprobaciones y los periodos de descanso estipulados, Alexandr y Diego salían hoy a realizar la primera de las tres actividades extravehiculares previstas, que duró una hora y 12 minutos.

Entrenamientos de las EVA - IBMP/ Oleg Voloshin
Entrenamientos de los paseos por la superficie de Marte antes de «partir» - IBMP/ Oleg Voloshin. Original y más imágenes en Primeros pasos sobre la superficie de ‘Marte’

En total, cuando «abandonen» Marte el próximo 27 de febrero habrán estado 16 días viviendo en esta reducida cápsula y habrán llevado a cabo tres excursiones por la superficie simulada de Marte.

Luego, a partir del 1 de marzo, les quedan los otros ocho meses del viaje de vuelta.

Personalmente, y aunque la nota de prensa de la ESA dice de que «la comunidad científica está muy satisfecha con la calidad del proyecto», no tengo muy claro que los resultados de este estudio puedan servir de mucho.

Por una parte, por mucho que se intente simular las condiciones de aislamiento y aburrimiento que supondría un viaje como este, complicadas por el hecho de que los seis tripulantes tienen como único idioma común el inglés, aunque con distintos niveles de dominio de este, es innegable el hecho de que los seis «astronautas» saben que en cuanto lo deseen pueden salir por la puerta, algo que obviamente sería imposible en una nave que estuviera surcando el espacio a millones de kilómetros de la Tierra.

Esto, en buena lógica, tiene a la fuerza que hacer que sus reacciones sean distintas a las que tendrían si estuvieran en una misión real en una nave real en el EspacioReal™.

Por otra, al no estar en caída libre, tampoco están sometidos a los efectos fisiológicos que tiene permanecer meses así.

Y tampoco es que vayamos a avanzar mucho en los conocimientos técnicos para enviar una misión tripulada a Marte, ya que aunque los seis participantes en la simulación tienen que encargarse de mantener los sistemas de a bordo en funcionamiento, nada tienen que ver las condiciones de la nave -edificio- del IBP en las afueras de Moscú con aquellas a las que estarían sometidos los sistemas de una nave en el espacio.

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