Uniendo una serie de imanes circulares con un agujero en el centro, con forma de arandelas o de toroides, al colocar un dardo en el centro del agujero éste sale zumbando y directo contra la diana.
Para que funcione el invento es necesario que el dardo tenga la misma polaridad que el resto de los imanes; al centrar el dardo en el agujero éste saldrá disparado. En caso de que los imanes y los dardos tengan polaridades opuestas el efecto será el contrario, de atracción.
Por ese motivo es que los dardos que se lanzan no son de verdad sino que se trata de imanes cilíndricos con un diámetro inferior al agujero por el que tienen que pasar y a los que se añade un alfiler o clavo para lograr que se clave en la diana de papel.
Por supuesto, hay que usar el lanzador con la precaución habitual que merecen este tipo de asuntos. La misma prudencia necesaria cuando se juega a los dardos de verdad en un local público, por ejemplo.
Vía Popular Mechanics.
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